Democracia y marxismo
[1][2] No habría mucha, o ninguna, necesidad de un Estado, cuyo objetivo sería ejecutar la enajenación del trabajo.[13] Incluso sugirió que «Inglaterra es el único país donde la inevitable revolución social puede efectuarse enteramente por medios pacíficos y legales»[14] y que Alemania «se halla incluso a una distancia ya mesurable del triunfo»,[13] donde se tendría democráticamente un Estado de mayoría socialista hacia el año 1900.[15] En su crítica del programa de Erfurt, Engels describe la sociedad socialista como una república democrática.[17] Aun así, Engels advirtió las clases dirigentes aceptasen esta revolución pacífica y legal.Tras la muerte de Marx y Engels surgieron divergencias dentro del movimiento socialista.[14] En el siglo XIX, el Manifiesto comunista (1848), de Karl Marx y Friedrich Engels, abogaba por la unificación política internacional de las clases trabajadoras europeas para lograr una revolución comunista y sostenía que, dado que la organización socioeconómica del comunismo era superior a la del capitalismo, la revolución obrera se produciría primero en los países industrializados y avanzados a nivel económico.[25] A nivel práctico, el partido de vanguardia leninista debía proporcionar a la clase obrera la conciencia política (educación y organización) y la dirección revolucionaria necesarias para acabar con el capitalismo en la Rusia imperial.[26] Tras la Revolución de Octubre de 1917, el leninismo se convirtió en la versión dominante del marxismo en Rusia y, al establecer la democracia soviética, el régimen bolchevique reprimió a los socialistas que se oponían a la revolución, como los mencheviques y las facciones del Partido Social-Revolucionario.[28] Ese mes también se emitió una orden para requisar el oro del país[29] y nacionalizaron los bancos, cosa que Lenin consideraba un gran paso hacia el socialismo.[32] En abril de 1918, nacionalizó el comercio exterior, estableciendo un monopolio estatal sobre las importaciones y exportaciones.[34] La nacionalización total no tuvo lugar hasta noviembre de 1920, cuando las pequeñas empresas industriales pasaron a estar bajo el control del Estado.[39] A finales de 1918, el marxista checo-austríaco Karl Kautsky escribió el panfleto antileninista Terrorismo y comunismo en el que condenaba el carácter antidemocrático de la Rusia soviética,[14] al que Lenin respondió con vehemencia (véase La revolución proletaria y el renegado Kautsky).[23] También dentro del austromarxismo, Rudolf Hilferding también se defendió el valor de la democracia desde una posición socialdemócrata.[44]: 61 En su opinión, la democracia de masas era crucial, pero sólo podía garantizarse a las clases revolucionarias.[48]: 18 Esta visión de la democracia socialista enfatiza la consulta más a menudo con la sociedad en general, al tiempo que fortalece el papel dirigente del partido.