En general, suelen contener en su estructura otros tipos de restos sedimentológicos o arqueológicos que varían según el tipo de sociedad que lo ha formado, como por ejemplo, restos óseos, líticos, alfareros, o carbones, entre otros.
[2][1] El marisqueo, esto es, la recolección de moluscos, es una actividad muy sencilla de realizar, ya que no requiere ningún utillaje especial y puede ser realizada por todos los segmentos de la población, tanto hombres, mujeres, niños o ancianos, por lo que los moluscos se convirtieron en un reaseguro alimenticio ante la escasez o para complementar otras dietas.
Un importante avance en el estudiode los restos arqueomalacológicos lo ha constituido el libro Shells, publicado en 1999 y escrito por Cheryl Claassen, en el que la autora realiza un tratamiento enciclopédico del análisis de conchas de moluscos como material para arqueólogos y paleontólogos profesionales.
[10] Comúnmente en los estudios arqueológicos se ha considerado al consumo de los moluscos -cuyas acumulaciones conforman los concheros- como un recurso marginal si se lo compara con otros tipos de recursos, como por ejemplo los grandes mamíferos, tanto marinos como terrestres.
[1] Además, los moluscos aportan proteínas, calcio, yodo, electrolitos y otros minerales, aunque es probable que parte de estos elementos se pierdan en su procesamiento como alimentos.
Estos últimos se han usado para realizar estudios etnoarqueológicos aplicables a sociedades cazadoras recolectoras, cuyos resultados sirven como punto de partida para la interpretación de los hallazgos arqueológicos.
Algunos de estos estudios se han realizado en Australia[12] o Uruguay.
En ocasiones, al realizar estas actividades económicas se han encontrado restos humanos, como en Bahía Solano, al norte de Comodoro Rivadavia (Provincia de Chubut, Argentina).