San Juan de Ulúa

Grijalva, tras descubrir y explorar en Tierra Firme la desembocadura del río que los aborígenes llamaban Río Tabasco nominó a esta región Tabasco y la expedición continuó por mar a lo largo de la costa hasta llegar a una isla que tenía casas de piedra y un templo.

Desde la fundación de este puerto se supo que la navegación para llegar a él era difícil por los constantes nortes y huracanes.

A pesar de esto, se consideró que era el mejor resguardo contra demás peligros naturales y los piratas, precisamente por el sistema de arrecifes que actúa como una barrera protectora.

Será durante el siglo XVII cuando la fortificación adquiera forma definitiva en torno a la que se realizarían distintas reformas.

Esta obra sin embargo, nunca se consideró del todo funcional, sobre todo en la definición de los semibaluartes del frente terrestre, algo que comenzó a corregirse en las primeras décadas del siglo XVIII, cuando se documenta la presencia de ingenieros franceses, ahora como aliados, proponiendo construir baluartes enteros, de los que solo se realizaría entonces el baluarte de la Soledad[7]​.

[8]​ Ya para comienzos del siglo XIX y al ser consumada la independencia mexicana del dominio de España en 1821, las fortificaciones se convirtieron en el último baluarte leal a la Monarquía Hispánica.

[9]​ Durante este mismo siglo, en este lugar se defendió la soberanía de la nación mexicana y también se le dio otros usos diferentes al de su función original.

Entre las mejoras se encontraba un dique flotante autocarenante adquirido a Société Nouvelle des Forges et Chantiers de la Méditerranée por 800.000 pesos.

San Juan de Ulúa también fue sede del poder ejecutivo federal en 1915, cuando el entonces presidente, Venustiano Carranza, decide utilizar el edificio como sede de su gobierno durante escasos días.

Finalmente, el astillero fue desmantelado en 1962 y San Juan de Ulúa fue cedido al INAH.

Si bien ya se utilizaban algunas de sus instalaciones como penitenciaría en la época colonial, no fue sino hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando se destinó el inmueble a este uso.

Los estadounidenses con el cañonero Prairie se molestaron en izar y arriar la bandera mexicana anclado a pocos metros de distancia.

Sus hombres no tenían nada que comer, dijo, excepto sopa de frijol negro.

Los convictos estaban sucios y en harapos, pues cada hombre llevaba puesta la misma ropa que había traído con él.

Sólo los presos comunes que, a juicio del gobierno militar, habían sido justamente condenados, fueron mantenidos en custodia, y éstos fueron trasladados a mejores y más sanitarias instalaciones en la cárcel de la ciudad.

Estadounidenses liberando reclusos políticos en 1914.
Estadounidenses liberando reclusos políticos en 1914 y de fondo San Juan de Ulúa.