Presentan generalmente la forma de un lomo abovedado, constituida por eminencias redondeadas con cumbres achatadas o mesetiformes.
[1] Los cerros del Chapá son cortados por la ruta provincial Nº 6 (asfaltada) la que une las ciudades de Corpus y Gobernador Roca con Campo Viera.
[4] Si bien hoy están en la zona bastante destruidas, sus dominantes eran el laurel negro (Nectandra megapotamica), el guatambú blanco (Balfourodendron riedelianum), el anchico colorado (Parapiptadenia rigida), el cedro misionero (Cedrela fissilis), el lapacho negro (Handroanthus heptaphyllus), el timbó colorado (Enterolobium contortisiliquum), el yvyrá-pytá (Peltophorum dubium), el incienso (Myrocarpus frondosus), el rabo molle (Lonchocarpus muehlbergianus), el alecrín (Holocalyx balansae), el ybirá-peré o grapia (Apuleia leiocarpa), la cancharana (Cabralea oblongifoliola), etc.,[5] con algunas ingresiones septentrionales del distrito fitogeográfico de los campos y malezales.
[6] Ecorregionalmente su superficie emergida pertenece a la ecorregión terrestre selva Paranaense, influenciada en algunos sectores por la de los campos y malezales.
Allí hiela suavemente y solo en pleno invierno austral, aunque al ascender por las laderas de la sierra, en razón del drenaje del aire frío nocturno, se encuentran algunas micro exposiciones que suelen estar casi libres de heladas, al igual que ocurre con las franjas que bordean a los arroyos gracias a las neblinas nocturnas y a la acción morigeradora de las aguas.
[9] Los vientos procedentes del Atlántico provocan lluvias repartidas en todo el año, acumulando alrededor de 1750 mm anuales, con una humedad relativa superior al 75 %.
[20] Las coladas basálticas suelen presentarse intercaladas con aeolianitas ortocuarcíticas supermaduras, adecuadamente estratificadas, las que poseen un origen ligado al gran paleo-desierto continental de Botucatú.