Toda la obra de reconstrucción estuvo dirigida por el propio José Manuel Sierra, un hombre que amaba los castillos y fue él quien imprimió carácter y personalidad a la edificación.
En la torre del homenaje figuran tallados tres sellos de Salomón.
Hoy, reconstruida la bóveda, restauradas otras de tradición morisca, así como todos los elementos originales y reedificadas fielmente las pocas partes que faltaban, el Castillo de Juan de Padilla presenta, tanto exterior como interiormente, el aspecto que debió tener en el siglo XV.
En dicha Torre del Homenaje se hallan tallados en piedra tres Sellos o Pentáculos de Salomón, dos por la cara exterior y uno en el patio interior.
Dos de sus lados dan a las calles del pueblo y los otros dos al actual parque del Castillo, de diez mil metros cuadrados que se halla rodeado por unas rejas en toda su extensión.
El linaje de la familia Padilla que construyó el Castillo y lo poseyó durante los siglos XIV al XVII, fue muy importante durante la Edad Media, con dos ramas principales en Burgos y en Toledo.
El tronco del linaje, lo sitúan los historiadores en Godomiro, Alférez del Conde Fernán González en la batalla de Cascajar y en el Conde Arias Godo, señor de Campos en tiempos del Conde de Castilla, Garci Fernández, ambos en el siglo X.
Después el Notario “lanzó tres piedras sobre la casa y lo pidió por testimonio”.
Esta figura se utilizaba por alquimistas, cabalistas y nigromantes para evitar la intervención del “Maligno” en sus operaciones.
Solamente se puede encontrar este signo en los Castillos de Polán (Toledo) y Puentedeume (La Coruña) y sólo uno en cada caso, excepto en el Castillo de Mascaraque que se tiene constancia de la existencia de varios, aunque parece que tan sólo tres son originales y que están situados en la Torre del Homenaje, dos por la parte externa y una por la parte interna.
También explicaría el extraño suceso del enviado real que no llegó a entrar en el Castillo y se limitó a tirar tres piedras dentro, sin traspasar la puerta.
No es seguro que eso esté relacionado con el Castillo de Mascaraque.
La princesa quedó viuda y fue enviada por su suegro a Toledo, dado que poseía conocimientos diplomáticos de apreciado valor.
Es aquí cuando Zaida, según cuenta la historia, se convierte en la amante del Rey Alfonso VI[3] y madre del único hijo que tuvo el monarca, el infante Don Sancho, que murió siendo niño en la batalla de Uclés en 1108.
Otra leyenda popular cuenta que sobre el muro que divide la fortaleza de norte a sur, al cual se le conoce como “carrera del caballo”, se hacía galopar a los prisioneros sobre un caballo espoleado, de tal suerte que si llegaban al final salvaban su vida, de lo contrario caían al foso del Albacara.
Consta de una muralla exterior, un recinto interior y un torreón central.
Aún hoy en día destacan algunas bóvedas de ladrillo excelentemente trabajadas.
Esta leyenda, muy poco conocida y muy poco documentada, aunque lo suficiente para poder hilvanar los acontecimientos que la sustentan, tiene que ver con la existencia del Castillo de Mascaraque en sí mismo.
Tampoco da la sensación, a simple vista y sin profundizar en detalles, que las defensas del Castillo fuesen concebidas para afrontar ataques y resistir los embates del enemigo.
En aquel caluroso verano de los albores del segundo milenio, aquel joven y versado Califa no consiguió saciar su sed.
La historia de amor entre aquel apuesto Califa y aquella Cristiana, cuyo nombre nadie nunca debe mencionar, fue una historia plagada de celos, pasiones, fanatismo, intransigencias, y maldiciones.
La cristiana, al sentirse repudiada por su esposo y señalada por las gentes de Villa Silos, buscó amparo en el Castillo de Almonacid, que a la sazón estaba gobernado por un rey pariente del califa que la sedujo.
Y aquí, al amparo del Castillo de Almonacid y con la salvaguarda del Castillo de Mora, ordenó el apasionado Califa construir un Castillo para dar cobijo a su enamorada Cristiana, y fue aquí, en este Castillo de Mascaraque, donde el ilustrado Califa vivió la más bella historia de amor jamás contada entre un Omeya y una Cristiana.