Tal memorable suceso fue plasmado en la acuarela titulada como la Entrada del ejército Trigarante a México, de autor anónimo.
Tal crimen sucedió durante el Motín de la Acordada, cuando se desató el saqueo en la ciudad.
Los hechos refieren a una venganza por parte de Manuel Palacios en contra del ex-conde, quien se oponía a que Palacios tuviera una relación formal con una joven de la familia.
Otro de los murales que sobresalen es el que se pintó en las paredes del primer nivel, y que corresponden a las paredes del patio principal, el cual lleva el título de Pavorreales, y a saber fue realizado por el artista húngaro Pacologue,[8] que se encontraba ex-profeso en Nueva York cuando se le informó del encargo solicitado, por parte de los Hermanos Sanborn.
[11] Asegurando preservar el inmueble como una hermosa muestra del patrimonio de México.
Finalmente, en los años setenta el edificio fue adquirido por la cadena Sanborn's a la entonces dueña, la señora Corina de Yturbe.
El remate del balcón lo conforma un nicho coronado por un pequeño frontón triangular, también trabajado en cantera con imitación de follaje, con roleos y molduras curvas a los lados que descansan en pináculos que se encuentran realizados en talavera, el pretil que sirve como remate se haya cubierto por azulejos.
Destaca principalmente el gran patio central, de influencia mudéjar[12] que, como ya se hizo mención, fue adaptado para su uso como patio del restaurante, destacando sus esbeltas y grandes columnas estriadas intercalando un saliente de follaje trabajo en la cantera.
Dicha conseja señala, según la versión de Luis González Obregón, que uno de los descendientes del Conde de Orizaba, joven confiado en sus riquezas heredadas y dedicado en entrega al despilfarro y a la vida mundana, en lugar del trabajo y los negocios de la familia, fue en varias ocasiones severamente reprendido por su padre, el cual desesperado ante varias llamadas de atención solo le bastó con decirle al joven la siguiente frase: Y parece que tal consejo asentó en la mente del joven heredero, quien cambió su modo de vida hacia uno más responsable, y para demostrar a su padre su madurez y esfuerzo, reparó y levantó la propiedad recubriendo la fachada completa en azulejos.
Otra leyenda no acaecida dentro del palacio, sino en el callejón contiguo, nombrado De la Condesa, hace referencia a dos personajes, ambos Hidalgos y ambos habían entrado por cada extremo de dicho callejón en sus respectivos carruajes, que una vez encontrándose ahí ninguno quiso retroceder, argumentando el título que poseían y el desagravio que cada uno causaría a sí mismo si fuese a echar marcha atrás.
Afortunadamente el supuesto desagravio no llegó a duelo alguno entre los dos Hidalgos, pero sí a oídos del Virrey en turno, quien dispuso que cada Hidalgo retrocediera con su respectivo carruaje hasta las entradas del callejón, uno hasta la entonces Plazuela de Guardiola y el otro hasta la Calle de San Andrés.