Canónigos regulares de San Rufo
Los orígenes de la congregación se remontan a 1039, cuando Benoît I (Benedictus), obispo de Aviñón autorizó a cuatro canónigos del cabildo catedralicio que querían llevar una vida religiosa más observante, a instalarse en las iglesias de San Rufo y de San Justo, que les había proporcionado junto con unos terrenos que dependían de ellas.[1] La comunidad es probablemente la primera en adoptar la regla de San Agustín.[1][4] La primacía de San Rufo en esos momentos se reflejaría en que la congregación llegó a contar con 30 abadías y 80 prioratos en Francia y la península ibérica.[6] Una vez papa, Adriano IV llegó a pedir al rey Alfonso VII de León protección para las comunidades de su reino.[7] En 1760, la congregación tenía solo 33 religiosos y 9 casas en toda Francia.