Pese a la importancia de su culto, Cibeles no protagoniza apenas relatos míticos.
Se ha señalado que la antecesora de Cibeles era la diosa Kubaba, ya documentada en la Edad del Bronce en Asia Menor.
[6] Estrabón dice que: Los colonos griegos en Asia Menor adoptaron y adaptaron su culto frigio y lo esparcieron a la Grecia continental y a las colonias griegas occidentales más distantes alrededor del siglo VI a. C. En el siglo V a. C., adquirió fama una estatua de la diosa realizada por Agorácrito.
Su identificación por parte de los romanos con las diosas Maya, Ops, Rea, Tellus y Ceres, contribuyeron a que su culto se estableciera firmemente.
Los rituales eran dirigidos por sacerdotes castrados de origen asiático, a los que denominaban galos.
Los ciudadanos romanos no tenían derecho a participar en el sacerdocio, puesto que la castración estaba prohibida en Roma.
[17] Se la representa con vestimentas frigias y una corona con forma de muralla.
Porta las llaves que dan acceso a todas las riquezas de la tierra.
Hipómenes (Melanión, en otras versiones) y Atalanta, que compitieron en una carrera de velocidad.
[22] Otros dicen que con el río Sangario Cíbele fue madre de la náyade Nicea.
[24] Un trabajo de referencia en el estudio del culto a Cibeles ha sido realizado por Maarten Jozef Vermaseren, titulado Corpus Cultus Cybelae Attidisque, en siete volúmenes publicados entre los años 1977 y 1989.