En los siguientes 75 años sufrió una serie de ampliaciones dirigidas por los arquitectos John Nash y Edward Blore (1850), creándose tres alas que conforman un patio central abierto.
Durante los siglos XIX y XX se hicieron algunas reformas en el palacio, como la que se llevó a cabo en 1913 (a cargo de Aston Webb) y que dio al palacio su fachada principal actual, incluido el balcón desde donde saluda la familia real.
Eduardo VII redecoró el palacio añadiendo una decoración Belle Époque en tonos crema y dorados.
Esta casa fue diseñada por el arquitecto William Winde, construyendo un gran bloque central de tres pisos y dos edificios anexos más pequeños.
Se pensó utilizar el edificio como residencia privada para la familia real, particularmente para la reina Carlota.
Jorge IV había encargado el diseño interior a Charles Long, quien basaba sus obras en la escayola y las incrustaciones de lapislázuli.
Aunque los reyes celebraban actos y recepciones en los salones de Estado del palacio nunca residieron en él, ya que preferían Clarence House.
En 1938 se llevó a cabo una pequeña reforma, convirtiendo el pabellón noroeste diseñado por Nash en una piscina.
Durante la Primera Guerra Mundial, el Palacio, por entonces residencia del rey Jorge V y la reina María, no fue bombardeado.
El bombardero alemán perdió su cola tras ser embestido y se estrelló en la parte delantera de Victoria Station.
Atravesando la zona noble del ala este se encuentra una galería inmensa, conocida modestamente como el pasillo principal.
Durante el reinado actual, las ceremonias de la corte han experimentado un cambio radical y la entrada al palacio no está reservada simplemente a la clase alta.
En otros reinados, los hombres que no llevaran uniforme militar debían ponerse un traje especial del siglo XVIII.
Esta rigidez de vestuario se mantuvo hasta la Primera Guerra Mundial, cuando la reina María decidió seguir la moda acortando su falda.
Jorge VI e Isabel eran más seguidores de la moda y se permitió vestir las faldas del momento.
La princesa Margarita llegó a decir: «tuvimos que ponerle fin, todas las fulanas de Londres estaban participando en ellas».
El salón del trono se utiliza actualmente para visitas especiales a la reina como recientemente en su jubileo.
La mayor y más formal recepción que tiene lugar en el palacio de Buckingham es en noviembre, cuando la reina recibe al cuerpo diplomático residente en Londres.
Las mayores ceremonias del año son las fiestas de jardín, donde llegan a congregarse 9 mil personas tomando té y sándwiches.
El incidente más notorio ocurrió en 1982 cuando Michael Fagan accedió al dormitorio de la reina mientras esta dormía.
En 1981, tres turistas alemanes acamparon en los jardines del palacio después de haber escalado la valla, supuestamente pensando que estaban en Hyde Park.
Más recientemente, en 2004, un padre divorciado trepó hasta una columna cerca del balcón ceremonial disfrazado de Batman.
Probablemente la más increíble ocurrió en 1837 cuando un chico de 12 años intentó vivir durante un año en el palacio sin ser detectado.
Como se escondía en las chimeneas, ensuciaba las camas donde dormía y de esta forma pudo ser aprehendido.
Todos los años, unas 50 mil personas son recibidas en las fiestas de jardines, recepciones, audiencias y banquetes.
En Buckingham también se lleva a cabo el cambio de guardia, una ceremonia diaria en verano y cada ciertos días en invierno.
La apertura festival de los salones nobles del palacio al público supuso un gran cambio con respecto a los años 90.
Todos los veranos, en los meses de agosto y septiembre se abre el ala occidental al público.
El color rojizo del pavimento recuerda a las alfombras rojas que se desplegaban en épocas anteriores.
La reina se encontraba en ese momento en el castillo de Balmoral, razón por la cual no había bandera alguna ondeando en palacio.