En muchas culturas, estos lugares son considerados sagrados, representando fertilidad, renacimiento y renovación.
Entre ellos criaturas como Frau Holle, que vive en las profundidades subterráneas y gobierna las estaciones, o el hombre lobo, que se convierte en monstruo durante las noches de luna llena, son ejemplos de esta ambivalencia.
El bosque mágico, como elemento recurrente en la ficción, es mencionado por Agustín de Hipona en varias ocasiones en sus Confesiones, lo que prueba su presencia en la literatura desde la antigüedad.
Nel mezzo del cammin di nostra vita mi ritrovai per una selva oscura ché la diritta via era smarrita.
Posteriormente, la imagen del bosque mágico se extendió por toda Europa durante el periodo barroco, siendo muy apreciada por los autores románticos .