Como muchos objetos sagrados de la tradición bizantina, la Blachernitissa (o una copia) resurgió en el Monte Athos a mediados del siglo XVII.
Pablo pasó a describir cómo el zar Alejo I hizo que la colocasen en frente de su propio asiento en un trineo y se la llevó consigo en la Guerra ruso-polaca (1654-1667).
El clérigo sirio, no obstante, cuenta una historia diferente respecto a la procedencia del icono que la adoptada por la iglesia ortodoxa rusa.
Donó el icono, identificado por ella como «ese que Heraclio tuvo a su lado en la campaña persa», a un metoquión de Jerusalén, cuyo padre superior rechazó cederla al patriarca, aunque este último no reparó en gastos para obtenerla.
[7] Con esto en cuenta, el metoquión envió la reliquia bizantina recuperada a Moscú y fue «ricamente remunerado» con 800 dinares de los cofres del zar.
[9] Por lo tanto el siglo XIII parece que se está considerando como la fecha más probable del icono.
Al demolerse la iglesia, el icono fue devuelto a los museos del Kremlin; actualmente se guarda en la Galería Tretiakov.