Batalla de Cispatá
[3] El 9 de junio los rebeldes lograban su última gran victoria, cuando, dirigidos por Hernández, vencieron a todo un batallón gubernamental en Papayal y recuperaron Ocaña.[4] El presidente Pedro Alcántara Herrán salió (acompañado de un joven José Eusebio Caro) a unirse al general Martiniano Collazos.Hernández estaba atrincherado con 500 efectivos, mientras que el presidente apenas contaba con 400 reclutas con pocas municiones y sin artillería, pero reforzados por 300 soldados del batallón No.[2] El presidente enfermó de fiebre atáxica y debió trasladarse a Ocaña por su mejor clima.Muchos soldados lo siguieron ahí, muriendo en gran número en el hospital local, otros llegaron a Puerto Nacional y Aguachica.8 que ocupaban la isla Morales bajo las órdenes del coronel Gregorio Forero, diezmados por las pestes, se reembarcaron pero su transporte, el vapor Unión, y su escolta de barcos menores fue atacada por cuatro naves enemigas a la distancia.La unidad se había disuelto en Popayán y sus 2418 soldados fueron enviados al norte, quedando a cargo del presidente Herrán secundado por el general Tomás Cipriano de Mosquera.[4] El 19 de octubre los defensores organizan una salida con cuatro bongós y una columna por tierra para atacar Castillo Grande.Ocho días después los revolucionarios deben retirarse de la bahía y la navegación queda libre por ese sector.[5] El 12 de diciembre llegó la noticia a Cartagena que el bergantín británico Jane había sido saqueado por los rebeldes y varios oficiales del gobierno que iban a bordo ejecutados.[17] Anteriormente, el 8 de febrero, Mompós se proclamó a favor del gobierno y Martínez Troncoso huyó, siendo reemplazado por Pedro Peña y se desarmaron los 14 bongós que le quedaban en Raffetti.[17] Este conflicto por el cierre de conventos se convirtió en una lucha contra el poder central dirigida por los supremos, caudillos que se habían enfrentado en 1830 a la dictadura de Rafael Urdaneta, con liderazgo político y militar, veteranos de la independencia y prósperos hacendados que movilizaron a sus peones y esclavos.[25] Cartagena sería asediada y bombardeada una última vez, en 1885, por el general liberal Ricardo Gaitán Obeso.