El término «bastón de mando» (traducido del francés bâton de commandement) ha sido dominante entre los arqueólogos del siglo XX, pero se basa en una función hipotética que nunca ha podido ser demostrada.
Con el tiempo, el término «bastón perforado» (del francés bâton percé) ha ido reemplazando a todos los demás términos usados hasta entonces porque es un apelativo que se basa en la simple descripción de una propiedad física y que por lo tanto no implica la posibilidad de error en lo referente a una función hipotética.
Muchos no son enteramente rectos sino que forman un ángulo en un extremo, a menudo formando una «T» o una «Y», pero siempre con el vértice del ángulo de desvío situado sobre un nudo de la cornamenta.
[4] Ha habido sin embargo otras interpretaciones posibles sobre el uso al que estaban destinados estos objetos agujereados.
En este, Underwood, quien había participado anteriormente en arqueología experimental trabajando con artefactos de bronce, rechazó la clasificación del bastón perforado como una «varita mágica» y estableció comparaciones entre ella y lanzadores más actuales de la cultura inuit.
Para utilizar el bastón perforado como un propulsor, una cuerda se unió a la lanza, cerca de su mitad.
La adición del cable de la lanza la convierte en algo similar a una gran flecha suiza.
Los rectos tenían la ventaja de poder ser utilizados por lanzadores diestros y zurdos.
Si se utiliza con cuerda en la forma descrita el lanzador resultante sería mucho más difícil de cargar y usar.
[2] La hipótesis de que se utilizaron los bastones para ayudar a enderezar azagayas, lanzas, dardos, venablos o flechas, no necesariamente entra en conflicto con su uso como propulsor.
En primer lugar, los agujeros pueden haber sido utilizados como un «gira astiles» para enderezar la madera, tal vez después de calentar el palo.
Mediante la aplicación de presión sobre las curvas del palocon el bastón podría ser enderezado.
Tal vez se extraviara porque algún personal no cualificado lo confundiese con un viejo fragmento de cuerda sin valor, pero se ha propuesto más recientemente que las fibras que constituían esa cuerda eran en realidad crines de caballo.
Los especialistas del paleolítico Erik Gonthier (francés) y Christopher Kilgore (estadounidense) han sostenido esta hipótesis y llevado a cabo y publicado en 2014[8] una serie de investigaciones que pretenden demostrar que los bastones agujereados perpendicularmente (agujero designado de «tipo A» en la tesis Kilgore-Gonthier) servían para fabricar cuerdas.
Bastaba entonces con hacer girar la rueca para que las crines formasen las primeras hebras de una cuerda.
Es un sistema primitivo pero utilizado todavía en ciertas partes del mundo: al hacer girar la rueca, ésta funciona como un volante de inercia, arrastrando con ella las crines de caballo y trenzándolas formando una primera hilada de crines, hilada que más tarde podrá ser unida a otra hilada (o a otras hiladas) para formar una cuerda bien trenzada, bien sólida, y capaz de resistir grandes presiones, como cualquier cuerda moderna.
[18][19][20] Aunque la mayor concentración de objetos se concentra en Cantabria, también se han encontrado bastones perforados otras partes, como el País Vasco[21] o la Comunidad Valenciana, por mencionar un área fuera de la cornisa cantábrica.