Basílica de la Merced (Santiago de Chile)

En 1683 se reconstruyó el templo nuevamente en ladrillo, con una planta basilical, con dieciocho bóvedas, pero la construcción cedió nuevamente ante un movimiento telúrico, esta vez fue el terremoto de Valparaíso de 1730 que puso fin al templo.

Para llevar a cabo la construcción del tercer templo en 1736 se optó por reutilizar los muros que no cayeron durante el terremoto y se mantuvo la planta basilical, compuesta por tres naves, separadas por grandes arcos, sostenidos por columnas.

A los costados del altar mismo, en el presbiterio, se conservan los símbolos de la dignidad basilical: el tintinábulo y el conopeo.

Sobre el cielo de la basílica se observan grandes lámparas que poseen cada una sombrilla o umbela.

La fachada tiene los colores del escudo mercedario, tiene características neoclásica, como los pilares y el frontón en la puerta principal.

La bóveda posee cuatro luminarias colgantes más algunas pequeñas en las columnas soportantes de esta.

Las naves laterales, a diferencia de la central, no son abovedadas sino adinteladas, decoradas con molduras y ornamentos.

Por eso desafortunadamente, este órgano, grande en Chile en proporción al restante patrimonio organístico del país, pertenece de lleno a la estética romántica.

Este instrumento, al cual dio fama el maestro Aníbal Aracena Infanta durante varias décadas, ha tenido diversas reparaciones, más o menos desafortunadas; pero no ha sido objeto de una verdadera renovación general.

Emplazamiento antiguo.
Croquis, circa 1860.
Reliquiario con restos de la Cruz de Cristo.
Altar.
Interior.
Púlpito.
Planta Basilical.
Planta Basilical.
Elevación (partes).
Elevación (partes).