[7] De hecho, Estrada Cabrera era muy aficionado a que los cadetes prestaran sus servicios en exhibiciones públicas oficiales.
[7] Posteriormente fue tratado por los médicos, y salió aun balcón del Palacio para calmar a los ciudadanos y evitar que se produjera la anarquía al saberse de su supuesta muerte.
[9] Los oficiales a cargo del Estado Mayor presidencial eran: general José María Orellana, coronel Mauro de León, tenientes coroneles Ernesto de León y Juan B. Arias, comandante Carlos Jurado, capitán Lisandro Anleu y Silvano Miralles.
Al día siguiente continuaron con el castigo, pero Azmitia nunca se quejó ni pidió clemencia.
Al darse cuenta de que los palos no hacían efecto en su persona, lo dejaron prisionero y le dijeron que sería libre cuando así lo solicitara; pero no lo hizo.
Él mismo lavaba su ropa para que no llegaran manchadas de sangre a su casa.
[20] Durante su permanencia en la cárcel Azmitia asistió a suplicios que le mostraron lo terrible de la administración del presidente Estrada Cabrera.
El presidente lo mandó a llamar al palacio del Ejecutivo y le dijo: «He comprendido que usted es inocente, don José, y respeto su entereza; vaya en paz.» Al salir, los guardias le hicieron un saludo militar y un cuerpo de jóvenes cadetes, que quedaron libres el mismo día, lo acompañaron como una escolta hasta su casa.
Como había ocurrido tras el atentado de La Bomba los ciudadanos se apresuraron a manifestar su adhesión al Benemétiro presidente y jefe del Partido Liberal.