Independientemente de las controversias religiosas,[1] muchos armenios se integraron con éxito en el Imperio bizantino y ocuparon puestos clave.
Los guerreros árabes no disponían de equipos militares avanzados y estaban mal armados, pero contaban, como en otras conquistas, con su imprudencia temeraria y valiente, junto a una intenso fanatismo, que les llevó a acumular muchas victorias.
Este tipo de lucha religiosa era desconocida en esos tiempos en Armenia.
El príncipe Theodoros Ṛštuni organizó la resistencia y, tras salir victorioso, liberó a los armenios esclavizados.
Este período de 200 años fue interrumpido por unas pocas y restringidas revueltas, que nunca tuvieron un carácter general.
[7] La unidad entre todos estos estados era a veces difícil de mantener mientras bizantinos y árabes no perdían la ocasión para explotar la situación interna del reino para sus propios intereses.
Se encontraba en lo que actualmente es Turquía sudoriental, en la región de Cilicia.