Arena ferrífera

[1]​[2]​ Suele contener también pequeñas cantidades de titanio, sílice, manganeso, calcio o vanadio.

[3]​[4]​ Tiende a calentarse cuando recibe los rayos del sol directamente, lo que provoca temperaturas suficientemente altas como para causar quemaduras leves.

En algunas áreas, la arena puede contener principalmente cuarzo; en otras áreas puede estar constituida principalmente por roca volcánica como el basalto, dependiendo de los tipos de minerales que se encuentren en el transcurso hacia el agua.

[11]​ En el Archipiélago canario se encuentra a menudo mezclada con arenas volcánicas basálticas.

Suele contener grandes cantidades de titanio, por lo que se la conoce a veces como titanomagnetita.

[16]​ Algunas empresas de fundición a finales del siglo XIX y principios del XX intentaron aprovechar este material, pero no lo consiguieron, ya que el acero resultante tendía a formar carburos duros y quebradizos, debido a la naturaleza arenosa y al alto contenido de titanio.

En 1939 se formó una comisión para estudiar las propiedades del mineral e idear un procedimiento para fundirlo a escala industrial.

[21]​ La minería no se practicó en Japón hasta los siglos VII u VIII.

En Japón la arena ferrífera mayormente se encuentra en dos composiciones diferentes: la del tipo masa y la akome.

El akome se usa en la tatara para producir arrabio, que es empleado para forjar herramientas de hierro fundido.

Algunas fuentes indican que su uso se podrá encontrar ya en la poca de la dinastía Tang (aproximadamente en los 700-900 DC).

Por lo tanto, en China la arena ferrífera se consideraba un material de poca importancia económica.

[10]​[30]​ Sin embargo, debido a que la minería era segura y el trabajo se realizaba al aire libre, se practicaba por los agricultores locales para complementar sus ingresos siempre que estuviera disponible.

En el siglo XIX la tonelada de arena ferrífera se vendía por el valor equivalente a 100 euros (calculado en 2016).

Arena ferrífera de Phoenix , Arizona, atraída por un imán.