[1] Al utilizar un aptónimo, el nombre adquiere un papel especial en el establecimiento y la caracterización de los personajes literarios.
[1] En 1952, el psicólogo Carl Jung escribió en su libro Sincronicidad como principio de conexiones acausales, que «entre el nombre de una persona y sus peculiaridades hay una coincidencia a veces bastante grotesca».
[2] En 1996, el escritor Paul Dickson cita en su libro What's in a name?
Estas viñetas diarias fueron posteriormente recopiladas en el líbro Plétora de piñatas (2012).
[3][4] Algunos aptónimos no son descriptivos sino irónicos ―se refieren a lo contrario― por lo que el periodista Gen Weingarten, del diario Washington Post, los llamó «inaptónimos»:[22]