Fue mano derecha y el más cercano colaborador de Doval, y entre otras actuaciones, tuvo un papel destacado en la detención e interrogatorios de Ramón González Peña, el principal líder de la revolución, el cual llegó a encargarle su defensa.
[17] Desde su llegada a Andújar contactó y maniobró con militares favorables al levantamiento.
Anteriormente, había requisado todas las armas existentes en los comercios de la población.
[21]Consiguió salvar la vida al capitán Rodríguez Cueto, engañando al gobernador civil de Jaén y a los diputados Peris y Sol para que lo autorizaran a detenerlo y a llevarlo preso a Madrid, donde sería ejecutado para evitar conflictos con las fuerzas derechistas locales, evitando así el fusilamiento planeado por los revolucionarios del Frente Popular de Jaén.
Pasó de nuevo a Córdoba al mando del tabor de Regulares en Villaharta, más tarde al Cuartel General del Generalísimo — el Estado Mayor del general Franco—, a continuación al Cuartel General del VII Cuerpo de Ejército, y finalmente fue nombrado delegado de Orden Público en Segovia.
[33] Su getión en Teruel se centró principalmente en la distribución del ganado incautado en Aragón y en la región valenciana entre los ganaderos más afectos al nuevo régimen, además de invertariar las fincas abandonadas, organizar el racionamiento, gestionar el desabastecimiento originado por la presencia del Ejército en la provincia y por la vuelta de los evacuados a Valencia tras finalizar la guerra, así como las actividades ordinarias de depuración y represión.
Aunque no hay pruebas que lo acrediten, se ha sugerido la posible relación entre ambos hechos, debido a su proximidad temporal.
[38]Durante la visita que giró la máxima autoridad policial del III Reich, Heinrich Himmler, a Cataluña en octubre de 1940, participó en la reunión que este mantuvo con las máximas autoridades del régimen en la zona: el capitán general Orgaz, el gobernador civil González Oliveros, el jefe de los servicios secretos José Ungría Jiménez, y el presidente de la Audiencia Provincial, Sánchez-Cañete.
Al contrario de como hace en la redacción del libro que escribía simultáneamente, se muestra reservado y difuso en las declaraciones que contienen las diligencias efectuadas ante el juez instructor.
En realidad, Reparaz había participado en estos hechos por iniciativa propia, dentro de su plan para unirse a las tropas del bando nacional.
[49] Del consejo de guerra salió absuelto, pero marcado por los sucesos de Ademuz y Pozoblanco, así como por sus actuaciones durante el mes que participó en la ofensiva de Córdoba, mientras estaba sujeto al mando republicano, lo que a la postre motivaría su retirada prematura del Cuerpo.
Parece que contaba con el respeto y aprecio de innumerables guardias civiles, agradecidos por haberles liberado y protegido; sin embargo no sucedía lo mismo entre compañeros de la alta jerarquía castrense,[55] que no olvidaban los sucesos de Ademuz y Pozoblanco.
[56]Según algunas fuentes, fue injustamente tratado por la Guardia Civil[57]y su baja voluntaria en el Instituto armado se debió al gran vacío que percibía a su alrededor[58]y a la amargura que le causaba que no comprendieran su conducta y actuaciones mientras estuvo fingiendo lealtad a la República bajo las órdenes de Miaja.
En lo que algunas fuentes consideran exilio,[59] se trasladó con su familia al Perú y estuvo residiendo varios años en Lima, viajando por otros países de Sudamérica en desarrollo de sus negocios.
[62] Sin embargo, omite hechos relevantes en los que tuvo una participación destacada, como los sucesos de Adamuz y Pozoblanco.
En 1944 se casó con Carlota Asensio Escrivá,[65] hija del general José Asensio Torrado,[66] con la que tuvo seis hijos: Fernando; Cristina; Carlota; Antonio; Macarena y Luis.