Tras disolverse la Confederación Perú-Boliviana, fue nombrado como Presidente del Perú Agustín Gamarra.
Sin embargo, los bolivianos dejaron a un lado sus disputas políticas y derrotaron al ejército peruano en Ingavi, donde Gamarra perdió la vida.
Sin embargo, en Jauja fue informado que se encaminaban a Ica, al sur de Lima.
Por ello, apresuradamente regresó a la capital, pensando que Vidal llegaría vía marítima.
Contó con el apoyo de La Fuente, desempeñando su cargo con probidad y desinterés.
Su mandato apenas duró unos días y terminó, según la tradición popular, cuando una multitud vivanquista en frente de su casa le exigió su renuncia, por lo que pidió a su hija arrojar la banda presidencial por la ventana.
Con un tinte ultra personalista, exigió un juramento de fidelidad a civiles y militares.