Tras el levantamiento de Tacna de los generales Ramón Castilla, Domingo Nieto y Manuel de Mendiburu, que clamaban por restablecer el orden constitucional, el presidente de turno Manuel Ignacio de Vivanco envió al sur peruano una división que derrotó a los revolucionarios en Puno y se dirigió a Tacna.
Para enfrentarlo, los constitucionales organizaron milicias compuestas por tacneños y moqueguanos.
Un pequeño destacamento al mando de Juan Francisco Balta se dirigió a enfrentarlos.
Balta cayó en la trampa, lo que aprovechó Castilla para atacar a la infantería enemiga y tomar posiciones en un cementerio.
La hábil maniobra determinó la derrota de Balta, quien perdió más de 500 hombres, entre soldados y oficiales.