Juan Crisóstomo Torrico

Viajó a Europa como ministro plenipotenciario y se radicó en París, donde falleció.

Luego estuvo en las grandes batallas finales de la independencia: Junín y Ayacucho (1824), para finalmente, a órdenes del mariscal Antonio José de Sucre, participar en la campaña del Alto Perú (1825).

Con dos batallones marchó a pacificar el sur del Perú, donde tomó medidas calificadas de arbitrarias.

Torrico fue completamente derrotado y tuvo que partir nuevamente hacia Chile.

Regresó al Perú tras la caída de Vivanco y el restablecimiento del régimen constitucional en 1844.

Conspiró contra el primer gobierno de Ramón Castilla y una vez más salió desterrado hacia Chile, en 1849.

Favorecido por una ley de amnistía, retornó y apoyó la candidatura del general José Rufino Echenique, cuya confianza se ganó (1851).

Alejado de toda función pública al estallar la Revolución Liberal de 1854 que encabezó Castilla, viajó a Europa en 1855 y regresó al Perú en 1861, cuando ya las exaltaciones se habían calmado.

Sus restos fueron trasladados al mausoleo de la Familia Torrico en el Cementerio Presbítero Maestro.

Dejó a su viuda un sustancioso patrimonio, fruto sin duda del beneficio que obtuvo de la consolidación.