Al parecer no era una persona rica, pues Bernal Díaz del Castillo describió que Hernán Cortés tuvo que comprarle una yegua rucia (color pardo) en las inmediaciones del puerto de la Trinidad antes de zarpar de la isla de Cuba.
[1][2] Junto con los conquistadores españoles enfrentó a los mayas chontales en la batalla de Centla.
Una de las esclavas era Marina y Cortés se la entregó a Portocarrero.
Poco después, y en sustitución de Marina, recibiría a una princesa totonaca bautizada como Francisca.
[3] El pretexto fue, según parece, que años antes Hernández había seducido a una mujer casada, María Rodríguez, para que le acompañase a Cuba.