Los caciques quisieron hacer una pequeña ceremonia a Escalante quemando copal, pero éste la rechazó.
Los primeros días de septiembre, Cortés tuvo que confrontar a los tlaxcaltecas dirigidos por Xicohténcatl.
Rápidamente Juan de Escalante contestó, no reportando novedades, lo cual dio mucho placer a Cortés.
Escalante, siguiendo las instrucciones recibidas, intercedió a favor de los totonacas ante los mexicas, advirtiendo que se hacía así por orden de Cortés y beneplácito del mismo Moctezuma, pero los mexicas hicieron caso omiso y amenazaron con arrasar la región.
Ante las quejas de los totonacas, Escalante no tuvo más alternativa que la opción militar.
Al mando de cuarenta españoles con pocos pertrechos y unos 2000 totonacas, Escalante atacó a los mexicas en pleno saqueo.
Los mexicas llevaron secretamente a Moctezuma la cabeza del soldado capturado, causando temor al emperador por la represalia que los españoles pudieran tomar por el incidente.
Moctezuma negó el hecho de haber girado órdenes a Cuauhpopoca y lo mandó llamar.