Alfredo Zitarrosa

A poco de nacer, en circunstancias especiales, su madre lo dio a criar al matrimonio compuesto por Carlos Durán, hombre de varios oficios, y Doraisella Carbajal, empleada en el Consejo del Niño.

Afincado allí, cursaba el liceo en Montevideo, adonde finalmente se trasladó en su temprana juventud.

Tiempo después recordaría con especial afecto al que fuera su primer empleador, un tal Pachelo, que le fue presentado por uno de sus compañeros habituales de viaje en sus traslados diarios a Montevideo, durante la época liceal.

Debutó posteriormente en Montevideo, en 1965, en el Auditorio del SODRE (Servicio Oficial de Difusión Radioeléctrica).

Allí tuvo una buena actividad artística, que incluyó una presentación en San Pablo, Brasil.

Se afincó en el Distrito Federal y, a pesar de que todavía seguía sin poder crear nuevas canciones, tuvo un importante desempeño, incluyendo un programa semanal en radio Educación y múltiples presentaciones en diversos escenarios, como el Auditorio Nacional.

[6]​ En ese regreso, pasadas las primeras emociones del reencuentro con su país y su gente, comenzó a tener diversas dificultades.

[7]​ Zitarrosa buscó una canción uruguaya basada en los géneros musicales que identifican a la región.

Zitarrosa rescató los dúos, tríos y cuartetos presentes desde larga data en la música uruguaya.

Esta formación ya había sido utilizada en el tango, donde artistas como Carlos Gardel o Alberto Mastra usaron tres guitarras y un contrabajo o tres guitarras y un guitarrón.

Años después, así recordó el episodio: «Carlos no era mi padre y yo lo sabía.

Ese día había nacido mi hija Carla Moriana y yo sentía que le estaba escribiendo al que no pudo ser su abuelo, mi padre adoptivo, Carlos Durán, quien siendo hijo de coronel ‘colorado’, había terminado de ‘milico’ en los años 40.

Pobres como éramos, yo recuerdo el gran revólver de mi padre, descargado, que él guardaba en un cajón del ‘trinchante’, después de quitarse ‘las correas’, cada noche o cada mañana, según las guardias.

Las balas, siempre separadas, olían a todas las cosas que allí guardaba mamá.

La milonga «Mi tierra en invierno» es una de ellas, en la que demuestra conocer muy bien distintas facetas del quehacer rural.

Fueron tiempos de experimentos diversos, en los que puso a prueba su capacidad en diferentes quehaceres del arte.

Monumento a Alfredo Zitarrosa
Puente Alfredo Zitarrosa, sobre el río Santa Lucía