Los antiguos barrios alfareros, como tal artesanía desaparecieron casi por completo a mediados del siglo xx,[2] iniciándose una moderada recuperación a partir de 1980, aunque ya con equipamiento y técnicas cerámicas avanzadas, como tornos y hornos eléctricos, y más orientada a las artes decorativas y el turismo, a través de las ferias anuales organizadas por Avialfar.
En el siglo xx, se registra en La Adrada el taller de Andrés Ortega, alfarero procedente de Alcorcón (Madrid),[1] y cuya producción ha sido continuada por su familia, pero ya con piezas diferentes.
[7][5] En Arenas pone la continuidad en el siglo xxi Cerámicas Jami, con obras esmaltadas y murales, en la línea de la loza esmaltada talaverana y valenciana.
[1] También hubo alfares en Muñochas, Maello (documentado por el Equipo Adobe) o Cebreros y El Tiemblo,[1] estos dos últimos focos con importante producción de tinajas para almacenar los vinos de la zona.
De todos los centros alfareros abulenses perdidos fue quizá el más importante Tiñosillos,[1] «donde a finales de los años treinta había hasta treinta alfarerías dedicadas a la producción de vasijas para agua, piezas para el fuego y tinajas».