Alfarería de Niñodaguia

[5]​ Desde el inicio del siglo XX aparece en estudios etnográficos de varios autores, entre ellos Luciano García Alén, Natacha Seseña y Guadalupe González-Hontoria.

[10]​ La imagen de los hornos ha quedado inmortalizada por versos populares como estos: La tipología es muy amplia.

Muy parecida en su porte era la usada para vino (pucheiro do viño), pero con un solo asa y un único pico vertedor, con capacidad para un litro (que parece ser la razón de que se la llame pichola o media pichola).

Los ejemplares más antiguos tenían forma ovoide, casi esférica y cerrada por arriba "con una especie de casquete plano".

Esmaltados en su mitad superior con un amplio babero del típico baño amarillento común en este foco alfarero, estos botijos se decoraban en ocasiones con incisiones (hechas con el "canivete" dentado o con las "panillas".

Alfarero de Niñodaguía modelando en el torno .
Abajo, en el centro, cántaro para agua con el típico vidriado amarillento casi transparente. (A su derecha una esbelta sella sin vidriar, y en el estante de arriba dos pedarras vascas).
«Todos os de Niñodaguía levan no suy pantalón unha manchiña de barro que rouba o corazón». [ 8 ]