Al-Mutádid (califa)

Al-Mutádid (857-902) (árabe: المعتضد بالله, al-mu‘taḍid bi-llāh) fue el califa abasí de Bagdad desde 892 hasta su muerte.[6]​[7]​[8]​ En consecuencia, la regencia de al-Muwaffaq fue una lucha continua para evitar la disgregación del califato en crisis.[5]​[12]​ Erguido y delgado, tenía un lunar blanco en la cabeza, que teñía de negro para causar mejor impresión.Tenía gesto altivo y era valiente: corría el rumor que había matado a un león armado únicamente con una daga.Heredó la energía paterna y se labró fama de decidido..[3]​ Al-Mutádid —al que por entonces se le conocía por su kunya de Abú'l-Abás— hizo sus primeras armas y estableció estrechos lazos con los militares, rasgo que luego caracterizaría su reinado, en las campañas contra los esclavos africanos.[16]​ Tras años de cerco cada vez más estrecho al enemigo, en agosto del 883 los abasíes tomaron por asalto su capital, al-Mujtara, y pusieron así fin a la larga rebelión.Abú'l-Abás fue enviado para tomar el mando de una nueva invasión en la primavera del 885.La suerte sonrió primero al príncipe abasí, que hizo huir a su enemigo, pero la lid concluyó en derrota abasí; Abú'l-Abás escapó, pero no así gran parte de su ejército, que fue hecho prisionero por los tuluníes.[10]​[11]​ Abú'l-Abás pasó los dos años siguientes colaborando con su padre en el infructuoso intento de arrebatar Fars a los safaríes.[1]​[23]​ Finalmente, en el 889, Abú'l-Abás fue detenido y encarcelado por orden paterna; las protestas de sus ghilmān no bastaron para devolverle la libertad.Parece que siguió aprisionado hasta mayo del 891, cuando al-Muwaffaq volvió a Bagdad tras pasar dos años en el Yibal.La turba bagdadí pilló las casas de sus adversarios e Ibn Bulbul fue destituido y encarcelado; falleció meses más tarde a causa del maltrato sufrido.[1]​[29]​ En consecuencia, cuando al-Mutámid falleció el 14 de octubre del 892,[30]​ al-Mutádid fue exaltado al trono califal.Militar activo y entusiasta, al-Muatadid era también un hábil diplomático, siempre dispuesto a pactar con aquellos enemigos demasiado poderosos para ser vencidos por las armas.[33]​ Esta actitud conciliadora fue desde el principio evidente en las relaciones del califa con sus poderosos vasallos tuluníes.[20]​[35]​ El lujoso y extravagante séquito que la acompañó a Bagdad evidenció la pobreza de la corte califal.Dos años más tarde, hizo lo propio con los castillos de Ibn Hamdun, a quien además apresó.[1]​[37]​[2]​ Ahmad al-Shaybani conservó Amida hasta su fallecimiento en el 898; le sucedió su hijo Muhammad.Al año siguiente, al-Mutadid volvió a la Mesopotamia superior, le arrebató la ciudad y sometió nuevamente toda la provincia al Gobierno central; su administración la confió a su primogénito y heredero, Alí al-Muktafi.[1]​[38]​ No pudo, por el contrario, recobrar Transcaucasia: Armenia y Azerbaiyán quedaron en manos de dinastías aborígenes prácticamente independientes del califa.Cuando falleció en el 901, le sucedió su hijo Devdad, suceso que supuso la consolidación de la dinastía autónoma sayí en la región.El califa de apresuró a nombrar a su hijo al-Muktafi gobernador de Rayy, Qazvin, Qom y Hamadán en cuanto falleció Ahmad ibn Abd al-Aziz ibn Abi Dulaf en el 893.Triunfaron primero en la periferia del califato abasí: los zaidíes se hicieron con Tabaristán y luego, en el 897, con Yemen.Durante el reinado de al-Mutadid, surgió otra amenaza más cercana al núcleo del Estado: los cármatas.[1]​ Por la misma época, un misionero ismailí de Kufan, Abú Abdalá al-Shií, entró en contacto con bereberes kutama durante una peregrinación a La Meca.Este cobró gran importancia administrativa y a menudo contó con más fondos que la Hacienda estatal (bait al-māl al-ʿāmma).El liberto Abú'l-Naim Badr al-Mutadidi, veterano que había servido a al-Muwaffaq y cuya hija se había casado con el hijo del califa, siguió a la cabeza del ejército.La fuerza del califa y el visir mitigaron temporalmente este antagonismo, que dominó, sin embargo, la historia del gobierno abasí durante las décadas siguientes; los dos grupos se alternaron al frente de la Administración y multaron y torturaron a sus adversarios cuando obtenían el poder, medida ya tradicional que se denominaba muṣādara.Este se negó a ello, indignado, pero el fallecimiento repentino del califa salvo al visir de ser descubierto y ajusticiado por sus maquinaciones.[75]​ La justicia en tiempos de este califa se caracterizó por su severidad, que casi alcanzó el sadismo.
Árbol genealógico de la dinastía abasí en el siglo IX
Irak en los siglos IX y X
Mapa de la disgregación del imperio abasí a comienzos del reinado de al-Mutadid: en oscuro, las regiones dominadas directamente por el Gobierno central del califato; en claro, las autónomas, que solo estaban sometidas nominalmente a la autoridad califal.
Mapa de la Mesopotamia superior o Yazira y sus provincias medievales, además de las fronteras modernas.
Mapa con el resultado de las campañas de consolidación del califa, hacia el 900: en oscuro, las zonas sometidas directamente al califa; en claro, las autónomas, que solo reconocían la autoridad teórica del soberano.