[1] Es considerado uno de los espías más famosos e importantes de la historia, debido a que sus informes permitieron al alto mando soviético saber que Japón no atacaría a la Unión Soviética y reducir las tropas apostadas en el Este para reforzar el frente occidental y rechazar la ofensiva alemana.
Desde 1933 se asentó como periodista en Japón, donde realizó labores de espionaje durante los siguientes años.
Richard era alemán, pero su madre, por medio de historias que le contaba, lo mantuvo estrechamente ligado al país donde nació.
[11] En ese periodo llegó a participar en las actividades del Jugendbewegung («movimiento juvenil»), entre las cuales estaban el excursionismo por bosques y montañas o los coros folclóricos.
Al regresar a Alemania, en un contexto de movilización popular y un fuerte fervor nacionalista, rápidamente se alistó como voluntario en el Ejército Imperial.
[13] Tras recuperarse, fue destinado al frente oriental, donde volvió a ser herido y tuvo que ingresar nuevamente en un hospital de Berlín.
[c] Sin embargo, su estancia en la retaguardia resultó ser una experiencia muy desmoralizadora, dado que fue testigo de los estragos que causaron las restricciones de alimentos y bienes básicos en el pueblo alemán; ello le hizo cuestionarse sus propios ideales de clase media y los motivos reales por los que Alemania había ido a la guerra.
[15] Fue en este momento cuando entró en contacto con grupos izquierdistas que preconizaban la necesidad de un cambio radical en lo político y en lo social.
[17] Ese mismo año ingresó en el naciente Partido Comunista de Alemania (KPD),[18] donde desarrolló una intensa actividad.
Durante los siguientes años el matrimonio Sorge residió en Fráncfort,[21] donde mantuvieron contacto con destacados comunistas del momento.
[2] Llegó a realizar varias misiones de espionaje para la Komintern en Alemania, Escandivania y Reino Unido.
[23] Por el contrario, mantuvo relaciones sentimentales con su traductora rusa, Katya Maksímova, con la que llegaría a contraer matrimonio.
[d] En esta época llegó a afiliarse al Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
[26] Sorge permaneció en Shanghái tres años, durante los cuales informó de sus investigaciones sobre la situación del país.
A partir de ese momento, Japón se convirtió en una amenaza directa para la Unión Soviética.
Durante su estancia hizo contactos con el Partido Nazi y con publicaciones alemanas para que lo enviaran a Japón como corresponsal.
Que Sorge tuviera un conocimiento fluido del japonés aumentó aún más su estatus.
[33] No tardó en ganarse la «absoluta confianza» de la embajada alemana en Tokio, especialmente del coronel Eugen Ott —el entonces agregado militar alemán en Tokio—, con el que lograría entablar una estrecha relación que derivaría en amistad.
Pidió en aquella ocasión que se sustituyera al operador de radio por Max Clausen.
Con el equipo definitivo llegó la gran noticia de que Ozaki había sido aceptado en el gabinete del primer ministro, con lo que tendrían acceso a buena parte de las decisiones gubernamentales, algo vital para la red.
[30] Sin embargo, no tardaría en quedar horrorizado por el racismo de la política japonesa hacia China.
Sorge se encargó de averiguar para Moscú lo que el general pudiera revelar.
Otra actuación importante del círculo (así se llamaban) fue durante el enfrentamiento soviético-japonés en el cerro de Chang-ku-feng (la batalla del Lago Jasán), con este hecho se logró descubrir que aunque el enfrentamiento abría las puertas de Siberia a los nipones, éstos preferían centrarse en China y no declarar la guerra a los soviéticos.
[39] La fecha del 20 de junio le fue señalada a Sorge por el teniente coronel Friedrich von Schol, quien era agregado militar en la embajada alemana en Tokio.
Poco después y con ayuda del invierno, las fuerzas alemanas fueron detenidas, frustrándose el asalto final a la capital de la Unión Soviética.
[46] A la larga, este escándalo supuso el final de Ott como embajador, y tras permanecer un tiempo apartado en un segundo plano, en 1943 sería sustituido por Heinrich Stahmer.
La propuesta fue realizada en tres ocasiones distintas, pero la respuesta soviética siempre fue la misma: negar que conocían a Sorge.
Mientras era escoltado hacia el lugar de ejecución, Sorge se mantuvo sereno y tranquilo.
[55] Fue ahorcado a las 10:20, aunque el médico de la prisión no certificó su muerte hasta las 10:36, dieciséis minutos después.
Ella, escribió tres libros sobre Sorge y visitó su tumba en Tokio todos los años, hasta su muerte en julio de 2000.