También pueden emplearse en la industria para proteger proyectos que se desea mantener en secreto para evitar alertar a los rivales de negocios.
En el caso británico los nombres en clave eran administrados y controlados por el ISSB (The Inter-Services Security Board - Grupo de seguridad interservicios) que era alimentado por la War Office con una lista de palabras generada aleatoriamente por GC&CS (posteriormente GCHQ).
La selección a partir de las listas disponibles podía producir significados ocultos y dar lugar a aptrónimos o retroacrónimos, aunque la política era seleccionar palabras que no guardaran una conexión obviamente deducible con lo que supuestamente debían ocultar.
Aquellos nombres para designar conferencias muy importantes tenían una secuencia de nombre que hacían referencia a instrumentos u objetos que tenían un número ordinal como parte de su significado, por ejemplo, la tercera conferencia era «tridente».
Ewen Montagu, un oficial de inteligencia naval británico, relata en Beyond Top Secret Ultra que durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis solían utilizar nombres ad hoc como seudónimos que a menudo exponían de manera evidente o daban pistas sobre su contenido o función.