Desde 1928 trabajó como profesor asociado de Ciencia Política en la Facultad de Derecho de su Universidad hasta que, con la anexión de Austria a la Alemania nazi en 1938, tuvo que huir con su familia, primero a Suiza y después a Estados Unidos, donde se establecería como ciudadano exiliado, al igual que otros alemanes coetáneos como Hannah Arendt, Albert Einstein, Vicki Baum, Bertolt Brecht, Leo Strauss o Thomas Mann.
Tras una década en Alemania, en 1969, desencantado con la situación política y social encontrada, regresó a Estados Unidos, esta vez a la Hoover Institution de la Universidad de Stanford, en California, donde continuaría con su trabajo hasta su muerte en 1985.
Sus Conferencias Charles Walgreen en 1951, publicadas en la revista The new science of politics, se consideran generalmente como el prolegómeno de esta obra.
Igualmente dejó muchos manuscritos inéditos, incluyendo una Historia de las ideas políticas que se ha ido publicado desde su muerte en ocho volúmenes.
Los primeros tres volúmenes, Israel and Revelation (1956), The World of the Polis (1957) y Plato and Aristotle (1957), se centran en las concepciones acerca del orden en el Oriente Próximo y la Antigua Grecia.
Mientras tanto, sus nuevos estudios fueron publicados en alemán en 1966 en la colección Anamnesis: Zur Theorie der Geschichte und Politik.
Como teólogo político debe remitirse al Conde Joseph de Maistre.
Voegelin concibe esto como el "tetragrámaton" (Israel and Revelation), que está en la base del orden personal y social.
Estos son relatos, que son el resultado de la necesidad de comunicar experiencias humanas, sean filosóficas (noéticas) o sean neumáticas (espirituales o religiosas).
En la especulación filosófico-religiosa de los imperios cosmológicos, como Voegelin los llama, los dioses están en este mundo dirigiendo la sociedad y la naturaleza.
En "Order and History - Plato and Aristótle", Voegelin estudia las ideas de los filósofos griegos en relación con su tiempo, pero es especialmente en ·"Order and History - The Ecumenic Age", donde Voegelin vierte las ideas destiladas a través de su recorrido por los otros tres volúmenes de la serie Orden e Historia.
Ahí es donde Voegelin describe la diferenciación noética, que surge con Platón y su meditación acerca de la naturaleza del Alma, especialmente en "El Timeo".
Todo ser humano se siente atraído desde la realidad sensible hacia ese polo de lo desconocido.
Estas elaboraciones pueden consistir en relatos compactos acerca de la creación o la historia mítica de la sociedad, los dioses y el universo, que brindan un orden, una seguridad y una sentido a la vida, o bien pueden ser elaboraciones más diferenciadas noéticamente, si se trata de la indagación filosófica clásica o bien espiritualmente, si se dirigen hacia el Uno el principio o la causa última que se hipostasia como el Dios trascendente.
Platón creía que la verdad se aprehende por medio de un sentido interior (Noesis).
No existe realidad que no ha sido descrita por una conciencia a través del lenguaje, y el lenguaje para su expresión utiliza unos símbolos, comunes dentro de una sociedad con otros hombres con los que comparte la existencia.
La realidad no es solo el conjunto de cosas materiales sino todo aquello que existe en la conciencia.
El que esa experiencia forme parte de la realidad histórica depende de si el sujeto, en este caso San Pablo, lo comunica y los que reciben su palabra participan en esa experiencia.
Según Voegelin, hay algo delicado en la tensión inherente a la existencia en la metaxy.
El fundamento del Ser "tira" hacia sí, con su carácter desconocido e incognoscible.
Este es el tipo de descarrilamiento "derrailement" que Voegelin ve en la Modernidad.
En "The new Science of Politics", Voegelin afirma que el gnosticismo inmanentista moderno, descrito anteriormente, es trazable a través de la historia hasta el gnosticismo espiritual primitivo.
Este, abandonando la escatología cristiana de San Agustín, dividió la historia, por primera vez, en tres etapas.
El rechazo de la realidad material fundamentado en la convicción de poseer una Verdad revelada para ascender directamente a la divinidad sin pasar por un juicio según las obras terrenales está en la naturaleza del gnosticismo antiguo.
Pero el voluntarismo revolucionario deseoso de transformar la realidad basado en la misma pretensión es lo que es distintivamente moderno.
En la elaboración cosmogónica del gnóstico antiguo, el mundo es una ilusión, y la salvación hacia la divinidad se consigue pronunciando conjuros mágicos.
En las elaboraciones ideológicas modernas, el orden social es una ilusión opresora que debe ser derribada por medio del activismo.
Las ideologías modernas, como el gnosticismo primitivo son deformaciones de la escatología cristiana en los que la angustia y la incertidumbre provocada por un dios lejano y una lejana salvación se sustituyen por una certeza absoluta y una voluntad revolucionaria en la confianza de que el cielo está a la vuelta de la esquina.
La revelación cristiana es, para el autor, un acceso a la omnipotencia humana, aunque ésta queda secuestrada finalmente por la jerarquía eclesiástica.
[3] En la Ilustración, lo espiritual queda en entredicho y lo real pasa a ser material.