El cardenal era un ferviente defensor del nuevo humanismo renacentista y tuvo mucha estima al joven Moro.Posiblemente durante esta época aprendió el francés, necesario tanto para las cortes de justicia inglesas como para el trabajo diplomático, uniéndose este idioma al inglés y latín ya aprendidos durante sus estudios primarios.Hacia 1501 ingresó en la Tercera orden de San Francisco, viviendo como laico en un convento cartujo hasta 1504.[7] Aunque abandonó su vida ascética para volver a su anterior profesión jurídica hasta ser nombrado miembro del Parlamento en 1504, Moro nunca olvidó ciertos actos de penitencia, llevando durante toda su vida un cilicio en la pierna y practicando ocasionalmente la flagelación.Al abandonar el convento de los cartujos, en 1505, contrajo matrimonio con Jane Colt y ese mismo año nació su hija Margaret, quien fue su discípula.Enrique VIII se sirvió de su diplomacia y tacto, confiándole algunas misiones diplomáticas en países europeos.A ello siguió su designación para diferentes cargos y su condecoración con distintos títulos honoríficos.En 1521 fue honrado con el título de knight (caballero) y designado vicecanciller del Tesoro.Ese mismo año su hija Margaret se casó con William Roper, quien sería el primer biógrafo de Tomás Moro.En 1528, el obispo de Londres le permitió leer libros heréticos para refutarlos.En 1530 no firmó la carta de nobles y prelados que solicitó al papa la anulación del matrimonio real.El popular polemista anticatólico John Foxe fue fundamental en la difusión de las acusaciones contra Moro en El libro de los mártires, alegando que utilizaba a menudo personalmente la violencia y la tortura al interrogar a los herejes.Más tarde, autores como Brian Moynahan y Michael Farris, citaron a Foxe al repetir estas acusaciones.Admitió que se encarceló herejes en su casa —«para mantenerles seguros»— pero rechazó totalmente las acusaciones de torturas y azotes.Marius escribió en su biografía de Moro: «Estar delante de un hombre en una inquisición, sabiendo que él se regocijará cuando muramos, sabiendo que nos enviará a la hoguera y sus horrores en un momento, sin vacilación ni remordimiento, si no hacemos lo que le satisface, no es una experiencia menos cruel solo porque nuestro inquisidor no nos azote, no nos torture o no nos grite ... Moro creía que ellos (los protestantes) debían ser exterminados, y mientras estaba en el cargo hizo todo en su poder para que ese exterminio sucediera.»[16] Pero el historiador y académico alemán Peter Berglar, autor del libro La hora de Tomás Moro.Así lo apuntó Berglar: El rey Enrique VIII se enemistó con Tomás Moro debido a las desavenencias surgidas en torno a la validez de su matrimonio con su esposa Catalina de Aragón que Tomás, como Canciller, apoyaba.La nulidad habría borrado la infidelidad y le hubiera permitido un matrimonio válido a los ojos de la Iglesia católica, legitimando los hijos que pudiera tener de su matrimonio con Ana Bolena y todo habría quedado en un asunto intrascendente.Mientras subía al cadalso se dirigió al verdugo en estos términos: I pray you, I pray you, Mr Lieutenant, see me safe up and for my coming down, I can shift for myself («Le ruego, le ruego, señor teniente, que me ayude a subir, porque para bajar, ya sabré valérmelas por mí mismo»).Luego, al arrodillarse dijo: «Fíjese que mi barba ha crecido en la cárcel; es decir, ella no ha sido desobediente al rey, por lo tanto no hay por qué cortarla.Finalmente, ya apartando su ironía, se dirigió a los presentes: I die being the King's good servant—but God's first («Muero siendo el buen servidor del rey, pero de Dios primero»).Este trabajo se publicó en inglés y en latín, aunque la versión latina es bastante más extensa que la inglesa y fue por ello atribuida erróneamente al cardenal John Morton.Compuso también poemas en lengua inglesa, entre los cuales destacan sus sinceros epicedios al fallecimiento de las reinas inglesas, y diversos epigramas de su juventud (Epigrammata) en los que brilla su pensamiento antiabsolutista.[18] Para Moro, según Antonio Poch, la raíz de la tiranía se encuentra en la avaricia.Otras obras que escribió son las traducciones desde el latín que hizo de algunos diálogos de Luciano de Samosata: El cínico, Menipo, La necromancia y El tiranicida (al que añade una Responsio en que critica acerbamente a los tiranos),[20] así como varias cartas[21] y pequeños textos: Letter to Bugenhagen, Supplication of Souls, Letter Against Frith, The Apology, The Debellation of Salem and Bizance, A Dialogue of Comfort Against Tribulation, Letter to Martin Dorp, Letter to the University of Oxford, Letter to Edward Lee, Letter to a Monk.
El encuentro de
sir
Tomás Moro con su hija tras su sentencia de muerte (
The meeting of Sir Thomas More with his daughter after his sentence of death
), por
William Frederick Yeames
(1872).