Cilicio

Su uso estuvo extendido durante mucho tiempo en las diversas comunidades cristianas como medio de mortificación corporal, buscando así combatir las tentaciones y, sobre todo, la identificación con Jesucristo en los padecimientos que sufrió en la Pasión y los frutos espirituales que de ella se derivan.

En esa misma época, San Casiano de Imola desaprobó su uso, afirmando que satisfacía a la vanidad de quienes se mortificaban, y que estorbaba la aplicación al trabajo manual.

Modernamente, solo unas pocas órdenes continúan usándolo; los cartujos y los carmelitas son los únicos que prescriben su uso en la regla, mientras que en otras órdenes el cilicio y las disciplinas se reservan al uso voluntario o prescrito individualmente.

En el Opus Dei la recomendación a los numerarios es usarlo diariamente durante dos horas, con excepción de domingos y festivos.

[1]​ Otro uso distinto es el que se da en el mundo del BDSM y subculturas afines.

Cilicio
Cilicio de metal.