Selma Lagerlöf

Andersen, los Hermanos Grimm, Esaías Tegnér, Carl Michael Bellman, Alexandre Dumas (padre), Walter Scott, etc. Más tarde, en la adolescencia, leyó a William Shakespeare, Lord Byron y Johann Wolfgang von Goethe.

A estas alturas, ya era claro que no le interesaban los quehaceres domésticos, según sus propias palabras: «además de ser torpe en la cocina y peor en el bordado».

Su hermano Johan había asumido la responsabilidad por la familia y luchaba, casi desesperadamente, en la producción agrícola de Mårbacka, con magros resultados.

Johan le apoyó, y a pesar de no tener dinero para darle, le consiguió un préstamo con el cual ella pudo comenzar los estudios, regresando a Estocolmo para estudiar Docencia en 1881.

Atrás quedaba su querida Mårbacka y la pena de ver morir a su padre en el verano del mismo año.

Poseedora de una personalidad introvertida pero afable, no tardó en hacer su primera amiga, Anna Oom, que enseñaba en la misma escuela.

También inició amistad con Elise Malmros, una empleada bancaria interesada en cuestiones sociales y feministas.

La carta estaba firmada por la principal figura del movimiento [feminista] sueco, Sophie Adlersparre, y la invitaba a visitarla.

La visita fructificó para Selma, al obtener una guía literaria y una importante amistad.

En 1888 recibió la triste noticia de que la propiedad Mårbacka saldría a subasta para pagar las deudas pendientes.

La joven profesora, además, se hizo el firme propósito de recuperar algún día la propiedad familiar.

También por ese tiempo, el periódico cultural Idun ofreció un premio de 500 coronas a la mejor novela.

La baronesa le respondió entusiasmada, y le consiguió además una beca para que se tomara un tiempo libre de la escuela y se dedicara a tiempo completo a terminar la obra.

Entre los doce temerarios jinetes se encuentra el joven Gösta, héroe de la saga.

En 1894 publicó un libro de relatos cortos, Lazos invisibles (Osynliga länkar), que le valió la celebridad a nivel nacional.

Durante ese mismo año, Selma conoció a su colega Sophie Elkan, en quien encontró su alma gemela, que se convertiría en su pareja hasta su fallecimiento y cuya biografía Lagerlöf dejaría inconclusa al morir.

Después de un viaje por Egipto (1899-1900) que le inspiró grandes ideas, escribió Jerusalén: en Dalecarlia (Jerusalem: i Dalarne) (1901) y Jerusalén: en la Tierra Santa (Jerusalem: i det heliga landet) (1902), que rápidamente la establecieron como la novelista sueca más vendida, leída y respetada.

Siguiendo el ejemplo de su personaje, Selma Lagerlöf consiguió, en 1904, volver a comprar el hogar de su infancia en Mårbacka, que su madre se había visto obligada a vender en 1880 al quedar viuda y sin recursos.

"La grandeza de su arte", concluye el académico, "consiste precisamente en su habilidad para utilizar tanto su corazón como su genio para lograr el peculiar y original carácter y las actitudes de sus personajes, en los cuales todos nosotros nos reconocemos".

De fuerte tono moral, la novela enseña el amor por la naturaleza a la vez que la geografía, la cultura, la mitología y las costumbres del país escandinavo.

[3]​ Selma trabajó toda su vida con un estilo narrativo que tendía a difuminar los límites entre el sueño y la realidad.

Durante este período, la literata escribió multitud de relatos breves y su aclamada trilogía compuesta por las novelas " El anillo de los Löwensköld" (Löwensköldska ringen) (1925), Charlotte Löwensköld (1925) y Anna Svärd (1928), así como una biografía del escritor finés Zacarías Topelius.

Atormentada por la soledad, comienza a hablar consigo misma, se deprime y termina pensando en el suicidio como un medio de aliviar su sufrimiento.

Cuando finalmente la anciana muere, los fantasmas iluminan, en su homenaje, toda la montaña con pequeñas llamas como las que ella encendía para ellos.

Cuando Finlandia debió enfrentar la agresión soviética en la llamada Guerra de Invierno, la escritora donó su medalla de oro del Premio Nobel para ser subastada con destino a juntar fondos para la Resistencia finlandesa.

Selma Lagerlöf en 1909.
Selma Lagerlöf (óleo de Carl Larsson , 1908).
Selma Lagerlöf y Sophie Elkan, a la izquierda, en 1894.