Hijo de un clérigo calvinista, se educó en escuelas moravas y luteranas.
Puesto que Schlegel era el editor de la revista Athenaeum, Schleiermacher publicó en ella varios artículos.
Fue ordenado al ministerio en 1794, siendo clérigo en Berlín, donde comenzó su relación con los círculos de la filosofía romántica.
En 1804 se convirtió en el primer calvinista invitado a enseñar en la Universidad Federiciana de Halle, luterana.
Luego, en 1810, sería el primer teólogo invitado a enseñar en la Universidad de Berlín,[2] donde llegó al rectorado en 1815.
A su vez, este segundo período —más de veinte años— se divide en dos momentos.
Después de 1811, en especial entre este año y 1814, Schleiermacher mostró un creciente interés por la cristología y la dimensión histórica del cristianismo o cristianismo histórico; esto le llevaría a hacer hincapié en la singularidad de la teología frente a la filosofía.
[4] Schleiermacher presentó una alternativa teológica, por un lado, al racionalismo de orientación kantiana.
Por otro, frente al dogmatismo de la Iglesia, intentó relacionar el romanticismo con la teología.
Y este era «la esencia de la piedad, idéntica consigo misma»; es decir, era el estar en relación con Dios.
Schleiermacher planteaba que el dogma era una aserción de nuestro sentimiento, y no sobre la deidad en sí misma.
Por otra parte, cuestionaba las definiciones de Dios como una proyección humana sobre la deidad.
El pecado sería un debilitamiento individual y colectivo de los seres humanos: no un accidente o mera falta superficial, sino un desorden profundo de la «naturaleza humana», una incapacidad total para hacer el bien que solo puede ser curada mediante la religión, una anormalidad y deformación de la que surge todo mal.
Esta conciencia en la divinidad del ser humano era un tipo de misticismo religioso.
Planteaba que los evangelios sinópticos dependían de dos fuentes primarias en su composición.
Esto daría paso a la teoría de las dos fuentes para explicar las relaciones literarias entre Mateo, Marcos y Lucas.
Una comunidad que se basa en este sentido de dependencia absoluta en la deidad compartida en comunidad (ver para esto «comunión», es decir, común-unión, aun entendiéndola fuera del signo de la eucaristía).
A la religión, en cuanto re-ligare (religar, reunir) y re-legere (releer), Schleiermacher la considera un componente basal de la naturaleza humana.
Otra gran aportación, y la que finalmente le ha otorgado mayor influencia, gracias a su posición central en el marco de la filología y de las ciencias humanas en general, fue su teoría hermenéutica.
Previamente, aquella estaba basada sobre todo en la pura decodificación gramatical o lógica del discurso.
Por lo tanto, cada intérprete debe confrontar la dimensión social e individual del texto.
Esto será desarrollado por Martin Heidegger desde una perspectiva acentuadamente práctica y de intencionalidad antimetafísica.
Por otra parte, Schleiermacher especificó su argumento a propósito de la teoría de la traducción, dando lugar a un breve ensayo que ha permanecido como clásico en materia traductológica, traducido varias veces al español e incluso en edición bilingüe por Valentín García Yebra.