Francisella tularensis

Rara vez se encuentra en frotis o en tejido, y da origen a la enfermedad llamada tularemia, también conocida como fiebre del conejo.

El género Francisella recibió este nombre en honor a Edward Francis, nominado al premio Nobel, quien demostró que el microorganismo ocasiona una enfermedad similar a la peste en los roedores y también es la causa de la fiebre de la mosca del venado.

La tuleremia aguda transmitida por artrópodos y otros animales se debe a microorganismos del biogrupo tularensis (llamado también biogrupo A de Jellison), y la enfermedad leve transmitida por el agua es ocasionada por el biogrupo palearctica (biogrupo B de Jellison); los microorganismos del grupo novicida causan con poca frecuencia enfermedad en humanos y solo se observan casos en niños con enfermedad crónica granulomatosa[1] y en individuos que estuvieron a punto de ahogarse.

Por tanto, cuando se sospecha que la muestra contiene Francisella, solo debe manejarse con una campana certificada para biorriesgos.

F. tularensis presenta una cápsula, pero no se cree que la resistencia a la fagocitosis desempeñe una función importante en la tularemia.

Los macrófagos fagocitan con facilidad los microorganismos, pero estos resisten la muerte frente a los radicales derivados del oxígeno.

Una vez que los macrófagos se activan, los microorganismos mueren a causa del óxido nitroso intraleucocitario.

Una respuesta neutrofílica local contrarresta la infección por F. tularensis en su etapa inicial, pero no logra contener su progreso.

Más adelante, los microorganismos se diseminan por sitios distales, y allí forman granulomas.

El biogrupo palearctica ocasiona una forma leve de tularemia que diseminan mamíferos acuáticos como los castores y la rata almizclera.

Un solo título sérico de 1 : 160 es francamente sugerente si los antecedentes y los datos físicos son compatibles con el diagnóstico.

Piel de mano derecha humana con lesión posterior a una úlcera.