El éxito fue casi inmediato con el descubrimiento primero de actinomicina y luego estreptomicina.
Sin embargo, debido a problemas relacionados con la toxicidad, ninguno de estos antibióticos se usó inicialmente en medicina.
[6] Se distribuye en plasma extracelular y en múltiples tejidos del organismo, exceptuando el cerebro; asimismo alcanza solo concentraciones muy bajas en líquido cefalorraquídeo (LCR o cerebroespinal) en secreciones bronquiales y vaginales.
Así mismo, se puede encontrar un olor nauseabundo característico a heces.
Se administra por vía intramuscular o intravenosa y suele utilizarse únicamente en combinación con otros fármacos para prevenir el surgimiento de resistencia.