COVID-19 persistente
Entre estos, 32% aún sufrían de síntomas relacionados con la enfermedad, siendo la disnea y la fatiga los más comunes.[14][15] Se ha descrito que el cuadro clínico del COVID persistente deriva de tres factores relacionados con la enfermedad aguda: las manifestaciones de COVID-19 cuya duración supera la habitual de la enfermedad (aproximadamente cuatro semanas, aunque no existe una definición consensuada exacta), el daño en diferentes órganos causado por la enfermedad y los efectos derivados del tratamiento y/o la hospitalización por la misma.[10] A través de mecanismos de citotoxicidad, se ha observado que la COVID-19 puede causar complicaciones en el miocardio y el pericardio, lo cual puede provocar manifestaciones clínicas como disnea, fatiga, disfunción del sistema vegetativo y arritmias, entre otras.[1][18][19] Además, se ha reportado en varios estudios que los pacientes recuperados de COVID-19 presentan alteraciones medibles a nivel cerebral y conductual, especialmente aquellos que sufrieron anosmia (pérdida del olfato) durante el cuadro agudo.[21]Más aún, mujeres y personas menstruantes que ya padecen COVID persistente han reportado que el síndrome premenstrual o el mismo periodo menstrual les ha provocado recaídas e inclusive exacerbación de sus síntomas ya existentes.[1] Otra teoría es que la sintomatología del COVID persistente está relacionada con la abrumadora respuesta inflamatoria observada en pacientes de COVID-19 grave.Es frecuente en estos pacientes observar un síndrome de respuesta inflamatoria sistémica que se compensa, a su vez, con una cascada antiinflamatoria.Esto puede complementarse con diversos tests como análisis de sangre que evalúen valores como la proteína C reactiva, el fibrinógeno, el dímero D y la ferritina, si existe indicación.[1] También adquiere importancia el descartar una posible reinfección por parte del profesional médico que, aunque se da con una frecuencia muy baja, puede comportar síntomas parecidos a los sufridos por pacientes con secuelas de la COVID-19 inicial.Por ello, el síndrome post-COVID es frecuentemente tratado desde un enfoque pluridisciplinar en el que intervienen médicos, fisioterapeutas y nutricionistas, entre otros.[29] Asimismo, es recomendable optimizar el tratamiento de patologías concomitantes como diabetes, hipertensión o insuficiencia renal crónica.