Alberto de Wallenstein

A su vuelta, con una mínima herencia en el bolsillo y teniendo como tutora a una vieja tía soltera, Jitka de Valjsten (bajo cuya tutela quedarían también las únicas dos hermanas que le quedaban vivas a Alberto, de entre los seis hermanos que tuviera), decidió enrolarse en el ejército que Rodolfo II ordenaba tener destacado (pero armado y sufragado con cargo a los estados de Moravia y Silesia y bajo el mando de Giorgio Basta), en la eterna lucha en las fortalezas húngaras contra el turco.

Transacciones realistas eran casi siempre los matrimonios en el estamento al que pertenecía Wallenstein.

Wallenstein permanecería viudo a partir de aquel día durante nueve años; mucho según su estamento y juventud.

La vecindad de la ambiciosa Venecia se emparentaba con la enemistad: querían el mar Adriático para ellos solos: la excusa en busca del casus belli utilizada para patrullar y bloquear aquellos puertos por parte de las galeras venecianas fueron los piratas Uscocos, protegidos por Fernando, pues eran católicos instalados en Croacia y en el puerto de Senj y que se dedicaban a saquear naves venecianas que, precisamente, abastecían de armas al turco.

Sus posesiones fueron saqueadas e incautadas y tuvo que huir a Viena no sin antes haber rescatado el tesoro de Moravia, para posteriormente entregárselo al emperador.

Empezó a comprar las propiedades de los nobles protestantes ejecutados o deportados.

En 1626 Fernando II pidió auxilio a Wallenstein por la situación caótica que estaban llevando a cabo los protestantes del norte, con lo cual se creó una Liga Católica bajo el mando de Johann Tserclaes, conde de Tilly.

Wallenstein aumentó las fuerzas con un ejército imperial de 30.000 hombres que se unieron gracias a su popularidad.

Golpeó a éste en Dessau, saliendo victorioso y liquidando al resto del ejército de Mansfeld en 1627 en Silesia.

Las victorias siguieron de su parte al conquistar Pomerania y Jutlandia a los daneses.

Pero el rey sueco desoyó a Wallenstein, desconfiado al tratarse de un traidor.

Además llegó a prepararse para forzar una justa paz para una Alemania unida negociando con Sajonia, Brandeburgo, Suecia y Francia para este fin.

Sin embargo no obtuvo el apoyo suficiente y ansioso al ver su poder debilitado, asumió la ofensiva contra suecos y sajones, consiguiendo su última victoria en Stinau del Oder (Distrito de Lubin), en el río Oder, en octubre.

Fue invitado junto con sus generales a una fiesta en Cheb en la noche del 25 de febrero.

Wallenstein como duque de Friedland.
La muerte de Wallenstein.