El desarrollo urbanístico en Martos, provincia de Jaén (España), históricamente ha estado condicionado por la orografía.
La trama urbana más antigua se dispone abrigando a la Peña por el Oeste y el Norte, mirando hacia las tierras más llanas del valle del Guadalquivir, hecho que ha propiciado el crecimiento hacia el Oeste y Sur de la ciudad.
La orografía condiciona por tanto, la estructura irregular de las calles del casco antiguo, los entrantes y salientes del perímetro urbano y el crecimiento ramificado a partir del centro, pero también explica su carácter defensivo, forjado sobre todo en el periodo histórico que situó a Martos en tierras fronterizas entre musulmanes y cristianos.
El desarrollo urbano importante vendrá en la época ibérica Martos, entonces llamada Tucci, se conforma como núcleo protourbano con un emplazamiento sobre la falda del hito topográfico y defensivo de la Peña.
En torno al año 15 d. C., el emperador César Augusto fundó en Tucci la Colonia Augusta Gemella Tuccitana, remodelando los asentamientos existentes con nuevas estructuras defensivas o se renuevan para nuevos fines.
La estructura urbana se adapta al relieve del terreno dando lugar a calles en terrazas longitudinales de gran extensión y otras perpendiculares empinadas que desarrollan una estructura viaria sencilla.
El sistema defensivo de la fortaleza de la peña se articulaba en torno a tres recintos que parecen claros: uno exterior, formado por el recinto amurallado, otro interior, donde se levantaba el alcazarejo, y que también se encontraba amurallado y la torre del homenaje, último baluarte dentro de este recinto.
Durante la Reconquista cristiana, tras ser la ciudad fue conquistada en 1219 por Fernando III el Santo, y en 1228, entregada la ciudad a la Orden Militar de Calatrava, con todo su término y los de Porcuna, Víboras y parte de Arjona, la ciudad quedó parcialmente despoblada durante algunos años, al ser abandonada por los musulmanes.
Desde mediados del siglo XVIII se estaba produciendo un crecimiento de la población, dando lugar a cambios sociales, económicos y urbanísticos.
Surge una nueva arquitectura residencial: grandes viviendas unifamiliares, entre medianeras o exentas con jardín a modo de villa.
En este sentido son los “hotelitos”, los que proliferan en la zona de la Vega a las afueras del núcleo urbano con amplias fachadas de una gran profusión ornamental y donde se muestran los nuevos estilos: modernista, regionalista o historicista.