[4] El primer intento de transfusión sanguínea registrado ocurrió en el siglo XV relatado por Stefano Infessura.La sangre almacenada de esta manera duraba más tiempo y era menos propensa a contaminarse.[15] Se puede considerar la transfusión en personas con síntomas de enfermedad cardiovascular como dolor torácico o dificultad respiratoria.[12] En los casos en que los pacientes tienen niveles bajos de hemoglobina debido a la deficiencia de hierro, pero son cardiovascularmente estables, el hierro parenteral es una opción preferida basada tanto en la eficacia como en la seguridad.[16] Otros productos sanguíneos se administran cuando es apropiado, por ejemplo, para tratar deficiencias de coagulación.[17] Para realizar transfusiones, deben tomarse medidas para asegurar la compatibilidad de los grupos sanguíneos del donante y el receptor, para evitar reacciones hemolíticas potencialmente fatales.Sin embargo, no son el AB 0 y el Rh los únicos tipos de grupos sanguíneos existentes.Antiguamente, este análisis se hacía observando la reacción al microscopio y valorando con el mismo la aparición o no de aglutinación (incompatibilidad).En la actualidad el proceso está automatizado y ya no es imprescindible depender únicamente de la fiabilidad del observador al microscopio.[19] En algunos países del mundo las donaciones de plasma mueven un negocio millonario que ha generado polémica.
Luis Agote
(2.º desde derecha) supervisando una de las primeras transfusiones efectivas y seguras en 1914.
Una jeringa soviética de la Segunda Guerra Mundial para transfusión directa interhumana.
El paciente recibe una transfusión de sangre a través de la cánula
Sangre envasada durante el proceso de transfusión sanguínea
A medida que la persona recibe su transfusión de sangre, la bolsa se vacía lentamente, dejando atrás la sangre que se ha coagulado antes de poder ser administrada