[6] Según algunas fuentes, Tipasa sería en realidad una deformación del término berebere Tafsa (que significa gres o piedra caliza, aún hoy día denominación en uso en varias regiones del Magreb).
[11] Estas instalaciones se fueron progresivamente desarrollando, y hacia el siglo II a. C. se convirtieron en una verdadera ciudad púnica subordinada a Cartago, con presencia de monumentos monolíticos que representaban símbolos fenicios tal como el llamado Signo de Tanit (antropomorfo).
Inicialmente, la ciudad estaba situada sobre la colina, en el actual emplazamiento del faro que dominaba el viejo puerto, y estaba constituido por varias casas, el foro, la basílica judicial, y el capitolio, cuyo entorno estaba delimitado por una muralla o empalizada.
La ciudad de Tipasa tuvo su apogeo en la época de los últimos Antoninos y durante la Dinastía Severa, con una población que tal vez se acercó a los 20 000 habitantes (estimación que el arqueólogo e histroriador Stéphane Gsell señaló como exagerada), y a quienes se llamaba tipasitanos o tipasitenses.
[21][22] La mayoría de los habitantes seguían siendo paganos hasta que, según la leyenda, Salsa, una doncella cristiana, arrojó al mar la cabeza de su ídolo serpiente, tras lo cual el pueblo, enfurecido, la apedreó hasta matarla.
El cuerpo, recuperado milagrosamente del mar, fue enterrado en la colina sobre el puerto, en una pequeña capilla que posteriormente dio lugar a la majestuosa basílica.
A diferencia de Icosium y Cesarea, que fueron asaltadas por Firmo, Tipasa pudo resistir esta invasión, lo que probablemente aumentó la prosperidad de la ciudad durante algunos años más.
Precisamente, Stéphane Gsell publicó una monografía al respecto en 1894,[26][27][28][29] pero verdaderamente fue Jean Baradez en 1946,[30] quien introdujo en la especialidad métodos de trabajo modernos y científicos, y quien organizó las primeras colecciones de museo.