[5] El evento fue el terremoto histórico más potente registrado tierra adentro en el archipiélago japonés.
[6] Los registros históricos de terremotos y tsunamis en Japón se extienden mucho más atrás en el tiempo que cualquier otro país que bordea la cuenca del Pacífico (el primero documentado en el año 416).
En 1876, John Milne llegó desde Inglaterra para enseñar en el Colegio Imperial de Ingeniería en Tokio.
[8] Las cuatro principales islas japonesas de Kyushu, Shikoku, Honshu y Hokkaido están posicionadas en forma convexa apuntando hacia el Océano Pacífico, mientras que las fosas oceánicas que forman la frontera oeste de la placa del Pacífico son convexas en la dirección opuesta, hacia Eurasia.
Hacia el oeste se ubican las fallas de Atera, Miboro, Atotsugawa y Nōbi que han producido grandes terremotos en los últimos seis siglos.
En esa época, los científicos creían que los grandes terremotos con poca profundidad eran el resultado del magma moviéndose bajo la superficie o inclusive explosiones subterráneas.
El terremoto fue registrado en sismógrafos Gray-Milne-Ewing en observatorios de observación meteorológica ubicados en Gifu, Nagoya, Osaka y Tokio.
El terremoto fue sentido fuertemente en Tokio por varios minutos, derribando artículos de los estantes y deteniendo relojes.
[11] El reporte inicial del desastre en el periódico Asahi Shimbun de Tokio dio sólo detalles limitados.
Según un estudio de 1976 hecho por Takeshi Mikumo y Masataka Ando, aún se detectaban entre tres o cuatro réplicas al año.