Considerada originaria de Francia, país donde se popularizó y que extendió su receta por el mundo en el siglo XIX, es una receta de la que se tienen registros históricos desde la Edad Media en muchos países europeos.
[1] Para la preparación del plato se corta abundante cebolla en forma de brunoise o juliana que se sofríe en mantequilla o cualquier aceite vegetal.
Algunas recetas añaden harina para espesar ligeramente con un roux, y vino blanco, jerez o brandy a voluntad.
La versión francesa dispone de una variante muy tradicional llamada gratinée (gratinada): una vez la sopa servida en los tazones, se cubre con una rebanada de pan blanco en la que se espolvorea queso rallado, y se gratina al gril o al horno para formar una costra dorada.
Era un plato humilde elaborado con ingredientes 'sencillos', a veces identificado con las épocas de hambruna.