El rey, además, en la versión de Basile está casado con otra mujer que no tiene hijos.Un rey tiene una hija, Talía, y llama a todos los adivinos del reino para predecir el futuro de la niña.La pequeña Talía, sin embargo, una vez que crece, ve a una anciana con una rueca y un huso delante del castillo e intrigada por el objeto sale fuera y cogiendo la rueca con la mano y tirando del hilo se le clava una espina de lino en la uña e inmediatamente cae muerta, dormida al instante.Pasado un tiempo, a un rey que estaba cazando por el bosque se le escapa un halcón, que entra volando por la ventana de aquel palacio, intrigado el rey fuerza las puertas y entra, encontrando sentada a la princesa dormida.El cocinero apiadándose de los niños, se los da a su mujer para que los esconda y sirve al rey dos cabritillos y hace creer a la reina que son los niños.El rey, perturbado por la insistencia de su esposa e inconsciente de la implicación, le dice -¡Ya lo sé, que como de lo mío, porque tú no has traído nada a esta casa!- (haciendo referencia a su infertilidad y al que no le haya dado descendencia) y abandona el castillo.La joven mujer se lanza a los pies de la reina rogando misericordia.[2] Desde posturas psicológicas también se habla en las bellas durmientes del tiempo de paso desde la infancia a la madurez y el período de adolescencia en el que los jóvenes están dormidos hasta que despiertan.La reina infertil se convierte en la tradicional bruja -en esta ocasión reina vengativa- pero podría haber sido hechicera, ogresa, o madrastra- que debe morir y muere finalmente en el fuego ya que no tiene objeto ni fin.Siempre está sometida al hombre, al rey en este caso, que es libre y nunca cuestionado en sus deseos sexuales, sean los que sean, incluso como este cuento, la violación a una muerta -necrofilia-.
La princesa con la anciana, la rueca y el huso antes de pincharse. Ilustración de
Gustavo Doré
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El rey que estaba cazando descubre el castillo.
Gustavo Doré
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