Sitio de Barcelona (1462)

Al no conseguir rendir la ciudad de Barcelona, al frente de la cual estaban las instituciones catalanas rebeldes encabezadas por el Consell del Principat, y ante la inminente llegada de las tropas castellanas enviadas por el rey Enrique IV, recientemente proclamado nuevo soberano de Cataluña, levantaron el cerco y se dirigieron a Villafranca del Panadés y más tarde a Tarragona.Como ha señalado Jaume Vicens Vives, «el campo realista consideraba que una vez sometida la capital catalana el resto del país caería en sus manos como breva madura».En su avance hacia el sur fue hostigado desde la costa por el ejército de la Diputación del General de Cataluña, al mando del conde de Pallars, que evitó un choque frontal dada su notable inferioridad e intentando conseguir llegar a Barcelona intacto para ayudar en su defensa.[1]​ Como ha señalado Carme Batlle, Enrique IV era «el único aliado posible» tras el pacto sellado entre Juan II y Luis XI.Las tropas realistas entonces se dirigieron por San Cugat del Vallés y Martorell ―que no pudieron tomar― a Villafranca del Panadés que ocuparon y saquearon el 9 de octubre tras fuertes combates y después a Tarragona que fue tomada el 31.