Sitio de Barcelona (1472)

Y conforme esta avanzaba el clima de derrota se iba extendiendo entre las filas «rebeldes».Al día siguiente, 17 de octubre, el rey entraba en Barcelona siendo recibido, según Jaume Vicens Vives, con «verdadero alborozo» por los barceloneses, los mismos que diez años antes se habían levantado contra él.«Tales cambios psicológicos ―afirma Vicens Vives― se justifican sobradamente después de las miserias y zozobras morales provocadas por la larga guerra y el duro sitio final.Pero, además, cabe tener en cuenta el buen efecto producido por la magnanimidad del vencedor».Los festejos por el fin de la guerra se prolongaron durante los dos días siguientes, «olvidando por unas horas, la riqueza perdida, la industria arruinada, las víctimas sacrificadas, los odios creados…», concluye Vicens Vives.