[4] Y en aquella fecha su valor defensivo era muy reducido pues a su alrededor habían crecido barrios enteros y desde los tejados de las casas adosadas a la muralla era fácil asaltarla.
Pero como estas disposiciones no acabaron con la rebelión la reina se decidió por intentar alcanzar una tregua para la que se puso en contacto con el líder remensa Francesc de Verntallat.
El Consejo del Principado, a propuesta del obispo de Vich, le contestó declarando nulas sus decisiones, alegando que estaba mal informada y aconsejada.
[13] En cuanto a los defensores de la Força durante el asedio no se sabe el número exacto pero se calcula que podrían haber sido alrededor de los cuatrocientos.
No solo no encontraron ninguna resistencia en el interior sino que incluso fueron vitoreados por la población ―«y así nuestros estandartes estuvieron dentro, el pueblo comenzó a gritar alabando nuestra llegada», escribió el conde de Pallars en la carta que envió a las autoridades de Barcelona ese mismo domingo dando cuenta de su conquista―.
Solo hubo un muerto y entre ocho o diez heridos entre las fuerzas asaltantes.
Su objetivo era, pues, crear una tierra de nadie entre la Força y los asaltantes.
«Tendremos la Força otro día», escribió el conde de Pallars al Consell del Principat.
Así que el conde de Pallars volvió a preparar un nuevo asalto para lo que pidió a las autoridades de Barcelona el envío de más hombres y de más artillería, pólvora y municiones, mientras que dentro de la Força ―bombardeada diariamente― empezaban a faltar los alimentos y las municiones por lo que la situación era cada vez más angustiosa ―en un intento desesperado la reina el 3 de julio lanzó a los asediadores un papel que contenía un manifiesto en el que les ofrecía el perdón si levantaban el cerco, pero no obtuvo ninguna respuesta―.
Eran unas duras condiciones para Juan II, pero como ha destacado Jaume Vicens Vives, «la situación desesperada de su esposa e hijo en Gerona, el desencadenamiento de la revolución en Cataluña, no le dejaban abierta otra puerta.
Una declaración que el día 11 de junio se extendió a la reina Juana Enríquez.
En su avance hacia el sur fue hostigado desde la costa por el ejército del conde de Pallars que evitó un choque frontal dada su notable inferioridad e intentando conseguir llegar a Barcelona intacto para ayudar en su defensa.
[9] El propio jefe del ejército de la Diputación del General el conde de Pallars dijo que había vencido «porque sus enemigos se habían dejado vencer».