Los jueces papales dictaron una sentencia dura y Guillermo Raimundo abandonó el país.
Tras el crimen, en 1202, el rey Pedro II de Aragón, desde Montpellier, dio a Guillermo II de Bearne (hijo) todos los castillos que habían sido encomendados al Gran Senescal.
Ese mismo año vendió el castillo de Sant Marçal, entre otras pertenencias.
En 1229, Guillermo y su primo Ramon murieron en la batalla de Portopí.
El 1250 cayó prisionero del conde de Leicester, pero recobró su libertad gracias a su parentesco con la reina Leonor .
Murió en el año 1290, dejando cuatro hijas, todas del primer matrimonio, Constanza, Margarita, Mata y Guillerma.