Sinfonía n.º 64 (Haydn)

Haydn permaneció activo como sinfonista durante este periodo, pero en general fue menos prolífico y hasta cierto punto estaba tanteando el camino que le llevaría a las obras posteriores, fuertemente marcadas y memorables, incluidas las Sinfonías de Londres.

En las partes de orquesta preparadas para esta sinfonía en Esterházy, colocó en el encabezado "Tempora mutantur, et.".

Haydn probablemente conocía el proverbio con la siguiente forma tal y como viene recogido en la colección popular de John Owen titulada Epigrammata, publicada en 1615.

[5]​ En aquella época se solía emplear un fagot para amplificar la voz del bajo, incluso sin una notación separada.

En cuanto a la participación del clavecín como bajo continuo en las sinfonías de Haydn existen diversas opiniones entre los estudiosos: James Webster se sitúa en contra;[7]​ Hartmut Haenchen a favor;[8]​ Jamie James en su artículo para The New York Times presenta diferentes posiciones por parte de Roy Goodman, Christopher Hogwood, H. C. Robbins Landon y James Webster.

No obstante, existen grabaciones con clavecín en el bajo continuo realizadas por: Trevor Pinnock (Sturm und Drang Symphonies, Archiv, 1989-1990); Nikolaus Harnoncourt (n.º 6–8, Das Alte Werk, 1990); Sigiswald Kuijken (incluidas las Sinfonías de París y Londres; Virgin, 1988-1995); Roy Goodman (Ej.

Se inicia con un suave tema principal en las cuerdas consistente en dos compases líricos tocados pianissimo, seguido de un estallido en tutti por las cuatro cuerdas que está en el orden opuesto del estilo declamativo pregunta-respuesta.

[2]​ Presenta además partes agudas de trompa que añaden un color brillante durante todo el movimiento.

El movimiento es para cuerdas solo hasta que los vientos interceden poderosamente a la mitad.

Pero lo que aquí se representa no es tanto el caos como una profunda incertidumbre; ésta podría haber sido la música que la proverbial mula tarareaba para sí misma mientras moría de hambre entre los pajares.

Haydn hacia 1770.